Adiós a Hugo Chávez, el partero de la Historia latinoamericana del siglo XXI
El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela falleció a los 58 años. Dejó tras de sí un legado de militancia y lucha, no sin polémica en un mundo a cuyos poderes enfrentó. Lo más importante es que dejó un pueblo que pasó de no conocer el Estado de Bienestar a creer que otra realidad es posible. Se trata de transformar el mundo, dijo Marx. Chávez se va en paz, sabe que lo hizo.
- Por Rafael Flaiman -
Murió Hugo Rafael Chávez Frías. Murió el último gran líder latinoamericano. El partero de la Historia del Siglo XXI, aquel que en la anticumbre de Mar del Plata de 2005 le gritó a la multitud reunida para rechazar el Alca y las pretensiones de los Estados Unidos sobre los países del sur, que eran tiempos de la segunda independencia.
La Patria Grande Latinoamericana le debe a Chávez la búsqueda de su nuevo horizonte, después de décadas de mirar hacia afuera, de romper relaciones ente los países hermanos, de caer en el engaño de una globalización totalizante que pretendió diluir la identidad de los pueblos.
Era un hijo de maestros y tenía vocación de educador. Era un militar y tenía destino de Libertador. Lo supo cuando en 1982 fundó el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, que pacientemente construyó y diseminó a lo largo del país. Era un hombre de ideas claras, que defendió hasta este día, el de su lamentable muerte.
El 4 de febrero de 1992 conoció el amargo sabor de la derrota pero no claudicó. Preso, escribió su "Cómo salir del laberinto" y preparó el terreno para lo que en 1998 sería el comienzo del sueño revolucionario de un país que no conoció el Estado de Bienestar, de un pueblo que no supo más que de la dominación de las elites conservadoras que atravesaron todo el siglo XX en el poder, de un pueblo que despertó.
Chavez ganó todas las elecciones a las que se presentó, excepto aquella en la que propuso la reelección indefinida como único cambio de la Constitución. Cada una de esas elecciones fue seguida con atención, con veedores internacionales de todos los colores. Ninguna pudo ser sospechada con basamento. La última, en octubre del año pasado, su contrincante de derecha, Capriles reconoció su derrota porque aceptó que el pueblo había elegido.
Serán destacadas sus políticas sociales, las misiones educativas, sus programas de vivienda, de turismo social, de cultura para todos y todas. Pero lo más importante que Hugo Chávez deja al pueblo venezolano y al resto de Latinoamérica es la enseñanza de que hacer algo y hacerlo posible, es posible.
Supo de guerra de posiciones, de cavar trincheras, de no callarse ante el poder real o simbólico: ni ante las empresas, los países centrales o el Rey de España. Supo ser constructor del "buen sentido" y empoderó a su pueblo con un claro mensaje de "son ustedes los que hacen todo esto, defiéndanlo".
Supo contagiar a otros líderes latinoamericanos y a sus pueblos. Cómo olvidar aquel discurso de "Alca, al carajo" en el que muchos recuperaron la esperanza y las ganas de luchar, mientras otros tantos entendían que no se podía caminar por el mundo mirando hacia otro lado ante las dificultades colectivas.
Por eso Chávez no se murió. El proceso revolucionario de Venezuela, ese intento por construir un socialismo superador a los llamados "reales del Este" está vivo. En su país y en América. Tiene un pueblo que lo lleva en el corazón; y hay lugares de los que no se vuelve. Los venezolanos que salieron del infierno de la pobreza y la dominación lo saben. Ahora caminan con la frente alta y el llanto a flor de piel para despedir a su líder. Mañana serán, como él, los parteros de la Historia.