Comenzó la decimotercera edición de Pantalla Pinamar
Luego de la presentación en un hotel céntrico en Buenos Aires, Pinamar recibe al tradicional Encuentro Cinematográfico Europeo-Argentino en la edición número 13. Siempre a cargo de Carlos Morelli y este año con visitas muy especiales.
Buenas. ¿Cómo anda? Feliz año, por cierto. Lo admito: nunca me voy a poner de acuerdo en la vigencia de este saludo. Además; particularmente en 2017, con todo lo que pasó en apenas dos meses y un tercio, desearle a alguien “Feliz Año” desde el 2 o 3 de enero a esta parte suena irónico o desubicado.
Vamos de nuevo.
Buenas. ¿Anda? De nuevo nos encontramos a los efectos de poder entregarle en breves crónicas diarias, todo lo concerniente a la decimotercera edición del Encuentro de cine Europeo-Argentino, es decir: Pantalla Pinamar.
Hace poco más de diez días se producía en el mismo hotel céntrico de casi siempre, en Buenos Aires, la presentación de una nueva edición de esta querida muestra de cine iniciada en 2004, siempre en la ciudad de Pinamar que, de alguna manera, extiende su temporada turística un rato más que el resto de la costa argentina.
Esa noche hubo algo que su curador y organizador, Carlos Morelli, mencionó como tantas otras veces. Pero esta vez lo hizo con un énfasis distinto. Pedido de aplauso mediante, se ocupó de destacar "al equipo del INCAA" que antes y durante la organización sale a poner el pecho para que todos puedan hacer su trabajo.
Esto viene a colación porque Pantalla Pinamar es una muestra de cine que vio pasar tres Presidencias de la Nación y un número superior en la conducción del INCAA y sin embargo; el equipo organizador se mantiene firme. Dicen: “equipo que gana no se toca” de modo que Martín Eichelbaum y Eloisa Ibarrola le siguen dando para adelante junto al resto de los integrantes. Cada uno con su historia. Si como muestra sirve un botón, esta última fue mamá entre una edición y otra. Por si esto fuera poco, trece años de un mismo evento en una misma ciudad le da a ésta, claramente, una identidad cultural insoslayable que con el paso del tiempo echa raíces y se afianza. Por eso la presencia de figuras icónicas como Graciela Borges y José Martínez Suárez (eterna y querida bestia de cine, todavía a cargo del único festival de cine clase A de Latinoamérica, el de Mar del Plata) no sólo no extrañan; son parte.
Ayer partimos de la puerta del INCAA. Lima 319. El micro nos espera y nosotros esperamos. Siempre hay uno que avisa que está llegando, que el subte, que el colectivo… Es raro porque el de ayer debe haber sido el sábado a la mañana en microcentro más tranquilo desde la eliminación de Argentina en Sudáfrica 2014 y sin embargo, un periodista cuyo nombre ya ha sido enviado por todos los presentes en un largo viaje al pasado y a sus orígenes en el vientre materno, ha logrado que saliésemos una hora más tarde. Adiós a la proyección de Elvis y Nixon y adiós al almuerzo. La administración del INCAA comenzó, ya en 2016, con los recortes por todos lados. No hay tentemipé en el viaje y se nota en el ánimo. Una parada en Castelli promete provisiones. ¿Un café? ¿Un agua mineral tal vez? No. Dos tanques con forma de sanguche de vacío, una coca y a entregarse a la siesta de dos horas que faltan para llegar.
No quieran saber de las conversaciones suscitadas en el viaje porque para eso está Jorge Rial, Además, la programación de las películas está frente a mí, así que no tengo otra que pasármela agendando proyecciones para las salas Oasis 1 y 2.
Llegamos. La acreditación es la de siempre. Uno vuelve a encontrarse con gente muy querida, nos reparten manuales e instructivos y derecho al cine.
Tremenda película la holandesa La furia (André van Duren, 2016). Cruda postal de las consecuencias de lo no dicho durante años, además de su alegato sobre el aborto y la infertilidad. La sala, gloriosamente, está llena. No pasó un día y medio y ya se vendieron casi 20.000 entradas. La promesa de buen cine sigue. Por suerte la gala de apertura es la última película de Paul Verhoeven, Elle: abuso y seducción, ganadora del Premio César (el “Oscar” de Francia pero sin equivocación de sobres) a mejor película. Soberbia muestra de las miserias humanas dirigida por el gran director holandés. Menos mal que la vi. Si no; hubiese tenido que omitir la crónica pues en la otra sala (casi a la misma hora) proyectan El ciudadano ilustre (Mariano Kohn y Gastón Duprat, 2016), película en la cual tuve el placer de actuar. El autobombo no da. A la fiesta de apertura directamente. Las proyecciones terminaron por hoy. Ya bajó el vacío y mañana se anuncian los premios Cóndor de Plata. Pantalla Pinamar, recién comienza.