Recordando la lesión que conmocionó al fútbol
Es común entre deportistas y aficionados al deporte decir que el fútbol europeo no es honesto pues es propenso a la sobreactuación ya sea fingiendo faltas o exagerando cualquier tipo de contacto físico. Si la Lupe siguiese viva podría decir que lo del fútbol es teatro, falsedad bien ensayada y estudiado simulacro.
No le faltaría razón. No se puede negar que hay un factor estratégico en provocar faltas o directamente inventárselas. Pero no nos engañemos, gritar al televisor mientras vemos como el árbitro se ha creído según que caídas es parte del encanto del fútbol.
Sin embargo, aunque es habitual frivolizar sobre este tema, no podemos olvidar que el fútbol es un deporte de contacto que puede llegar a ser realmente peligroso para sus participantes. En los últimos años ha crecido la preocupación de los padres por el riesgo de conmoción cerebral que suponen actos tan habituales en el fútbol como rematar la pelota con la cabeza. Una preocupación que se ha trasladado también al fútbol profesional, cada vez más concienciado en la protección de sus jugadores. Sobre todo después de los algunos casos de muerte súbita como el estremecedor momento vivido en 2007 con Antonio Puerta durante un partido Sevilla – Getafe en la liga española.
Y es que, aunque a veces haya algo de teatro, lo cierto es que las lesiones en el fútbol pueden llegar a ser de las más aparatosas y complicadas del mundo de deporte. Una lesión grave puede arruinar la vida de un jugador y trastornar severamente el rendimiento del equipo. Sólo con leer más aquí te puedes dar cuenta que aquellos equipos con jugadores clave lesionados bajan considerablemente en las apuestas. Porque incluso si has hecho una temporada impecable, perder a cualquiera de tus jugadores clave para el resto del campeonato puede tirar por la borda todo el trabajo realizado. ¿Recordáis lo que sucedió con Maradona?
Corría 1983. Maradona triunfaba en el FC Barcelona mientras seguía haciendo méritos para pasar a la historia como uno de los mejores jugadores que jamás han existido. Sin embargo, en la cuarta jornada de la temporada 83-84, el Pibe de Oro se enfrentó a uno de los momentos más tensos y terroríficos de su carrera. En un partido contra el Athletic Club, el central Andoni Goikoetxea realizó una entrada completamente antideportiva al tobillo izquierdo del Pelusa. Con los tacos por delante y, según muchos de los presentes, con total premeditación. El Barça ganó el partido, pero perdió a su mejor jugador durante unos largos y esenciales meses.
En cuestión de segundos el que fuera uno de los jugadores más deseados y admirados, vio como su carrera pasaba por delante de sus ojos mientras lo escoltaban en camilla hacia el hospital. El mundo se temió lo peor durante unos días. Parecía que el fútbol había perdido a su estrella. Por suerte, tras una cirugía más que exitosa y una rehabilitación más rápida de lo esperado, Maradona volvía a pisar el campo tres meses después. No obstante, el Athletic Club acabaría ganando la liga contra un Barcelona que se tuvo que conformar con un tercer puesto. Pero hoy en día aún no seguimos preguntando qué hubiera pasado si Maradona no se hubiese lesionado aquel fatídico día.
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