"Viveza criolla" y connivencia policial, dos grandes enemigos de la seguridad vial
Las normativas que intentan aplacar el flagelo de las muertes en las rutas argentinas pueden tener sus deficiencias –más aún el accionar del Poder Judicial- pero el compromiso ciudadano de cada uno es el factor fundamental para un cambio radical en la materia. El Estado debe velar por los intereses del conjunto, pero cada sujeto es responsable de su propio accionar. En nuestro país, la clásica “viveza criolla”, para eludir sanciones en los controles de tránsito, y la complicidad policial para aceptar coimas, son moneda corriente, algo que se ha naturalizado, y que atenta de manera directa contra la seguridad vial.
En un informe/denuncia publicado por LaNoticia1.com semanas atrás se pusieron de relieve algunas artimañas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires para pedir sobornos (y hasta extorsionar) a conductores que circulan en infracción. Muchos lectores de este medio dieron su parecer informando irregularidades en controles y cuestionando a la fuerza de seguridad.
El combo se completa, la mayoría de los casos, con la actitud del infractor que, sabiéndose en falta, prefiere sobornar al policía antes que asumir la multa (siempre más costosa). Aquí se ven las dos caras del problema, que desemboca en un influjo negativo sobre la seguridad vial. La correlación es directa.
Vale destacar, también, que muchas veces a este problema de ilegalidad se suma el oportunismo político, consagrado muchas veces a recaudar con las multas de tránsito más que a buscar acciones paliativas de fondo. La sanción económica es válida, siempre y cuando esté basada en una planificación mayor, que apunte a disminuir las irregularidades y los accidentes.
Más allá de esta cuestión, parece no visibilizarse el correlato entra la infracción y las tragedias viales. Todos en Argentina saben que las cifras de muertes por accidentes en las rutas son altísimas y alarmantes, y, sin embargo, se considera que “la viveza criolla” de “coimear” a un agente de tránsito es moneda corriente, y hasta una práctica común, recurrente y normal. La Policía, por su parte, también lo sabe, y todo parece un “negocio” redondo. “Por personas así tenemos 20 muertes por día en las rutas del país” sentenció tiempo atrás Viviam Perrone, de Madres del Dolor, luego de oír en directo por una radio un episodio de coima en vivo, protagonizado en una ruta bonaerense por el cómico Juan Acosta.
Perrone grafica de manera contundente la correlación entre la infracción que no es penada -y el conductor en falta que sigue camino- con la enorme cantidad de accidentes que padece Argentina cada día.
Siempre es sencillo deslindar culpas, pero si cada uno no acciona desde su propia individualidad, desgraciadamente, seguiremos lamentando víctimas. El poder del Estado debe buscar todas las herramientas para combatir este flagelo; el control sobre la Policía debe ser total, pero así y todo no alcanzaría para frenar esta situación si cada conductor no es consciente de su propia responsabilidad. En definitiva, de cada uno depende poder revertir esta realidad. Ya no hay excusas.