Otro golpe para Papel Prensa en su pelea con el Gobierno
La Comisión Nacional de Valores dictó la resolución que establece la comisión de irregularidades en las reuniones de directorio. Cuentan con los tetimonios de los directores que representan al Estado. San Pedro mira con atención él destino de los trabajadores.
Pablo Ceriolo, Beatriz Paglieri y Eduardo Gallo son los principales testigos con los que cuenta el Gobierno para demostrar las irregularidades cometidas en las reuniones de directorio de Papel Prensa.
El problema que comenzó el 4 de Noviembre de 2009 en una reunión que Guillermo Moreno consideró como "irregular" por haber sido convocada sin cumplir reglamentos societarios tuvo su punto más caliente y su victoria cuando la Comisión Nacional de Valores decidió sancionar a la empresa que cotiza en bolsa y tiene como principales accionistas a dos enemigos declarados: Clarín y La Nación.
El anuncio de precios igualitarios que culminó con un amparo en la Justicia favorable a los accionistas privados y perjudicial para el Ministro Amado Boudou, reanimó a Guillemo Moreno quien logró rápidamente reinstalar su poder cuando la Comisíón Nacional de Valores le ofreció el primer revés a Pepel Prensa tomando como base la denuncia de los representates del estado que señalaron que las decisiones de directorio se estaban tomando sin cumplir con los requisitos legales. (Ver gacetila adjunta).
La sopresa llegó el lunes cuando la CNV publicó la Resolución 16.276 que indica que la empresa sigue tomando decisiones en el marco de reuniones de directorio que no obedecen a lo estipulado para su funcionamiento puesto que considera que el vicepresidente de Papel Prensa no tenía potestades aquel 4 de Noviembre y que no pudieron subsanarlas en Febrero de 2010 cuando celebraron otro encuentro.
Pese al hermetismo con el que la planta sampedrina maneja estas cuestiones, trascendió que "después de la reunión realizada con fecha 3 de Febrero se subsanaron las cuestiones que había observado la Cámara Nacional de Apelaciones". No fue así y en la nueva batalla crece la preocupación por el destino y los caminos a seguir en un conflicto que mantiene como rehenes a más de 500 familias que viven del coloso del papel diario en el país.