Hasta hace muy poco tiempo, muchas grandes ideas caían en saco roto por tener verdaderas dificultades para materializarse. Sin embargo, en este aspecto internet ha ayudado muchísimo a que algunas de ellas puedan ver la luz, sea por la eliminación de barreras geográficas, por la facilidad para acceder a financiación de terceros o por la posibilidad de reunir equipos multidisciplinares sin necesidad de trabajar codo con codo.
Efectivamente, los medios que geográficamente estarían lejos de nuestro alcance ahora se pueden obtener sin problemas en internet, no nos referimos sólo a recursos materiales, sino de acceso a información o comunicación instantánea con otras partes del mundo. Sobre todo, envío de datos y actualizaciones en tiempo real. De la misma manera, somos capaces (y estamos también más dispuestos) de conocer a personas con las que tenemos en común intereses o conocimientos y crear proyectos con ellos sin necesidad de desvirtualizarnos. Podemos pues encontrar numerosos casos de éxito basados en campañas de crowdfunding o recaudación de fondos para la inversión inicial de un producto. Cosas que parecían insólitas, discursos que parecían de charlatanes vendiendo humo, así empezaron algunos de los productos más vendidos.
Una de las más recientes iniciativas surgidas de una pasión conjunta y de las ganas de ofrecer al mundo algo mejor es la del sitio Casinos2K, fundado por un grupo de amigos que promete no haber jugado en casinos físicos pero llevar un tiempo aceptable de experiencia en el juego online. Lo suficiente para haber ganado $2000 en un sólo premio (más lo que hubiesen obtenido en premios menores y de manera individual), cifra que les supuso un punto de inflexión para generar su propio comparador y recomendador de casinos sin influencias externas, sin subjetividad, con consejos de jugadores reales y con herramientas para dar con la opción más a medida posible en función de nuestros gustos. ¡Un proyecto en común surgido de una afición compartida. Uno de tantos!
Recordemos de dónde salió Facebook: pretendía ser una red interna en una universidad, pero su potencial la convirtió en la llamada “la red social”. Ha dado para lanzar una película con Aaron Sorkin (especialista en biopics) y para amasar la fortuna suficiente como para adquirir dos más: Instagram y WhatsApp, sus antiguas competidoras junto con Twitter. Evidentemente no todos los proyectos se convierten en una gallina de los huevos de oro, pero sí que muchos sueños llegan a hacerse realidad en este mundo de barreras desdibujadas. De hecho, no se trata sólo de crear negocios o empresas, sino de lograr metas a nivel personal. Plataformas como Amazon o iBooks han logrado que se publiquen millones de novelas autoeditadas con pocos recursos económicos disponibles. No todo el mundo puede costearse un paquete de distribución pero si detrás tiene una empresa dispuesta a imprimir por unidades y llevarlo a un lector potencial al otro lado del charco, el cielo es el límite.
Lo mismo ha sucedido con YouTube, lanzadera de algunos talentos ocultos tanto en el mundo del espectáculo como de la música. No sólo se han multiplicado los Rubius, también hemos conocido a verdaderos artistas que no podían costearse estudios de grabación. Poco a poco también Spotify ha permitido subir a músicos emergentes. Realmente el mayor handicap en estos momentos sería la falta de iniciativa, si bien no hay que desestimar el asesoramiento de especialistas en la materia en concreto en la que se desee destacar. Pero, sin lugar a dudas, todo se vuelve a la vez más sencillo, y más complicado: la competencia, por supuesto, también aumenta. El secreto entonces es convertirse en un viral que llame la atención frente al resto de opciones.