La microfísica de los trolls del Gobierno: Cómo operan hasta en mínimos detalles
La gestión de los trolls (o bots) en las redes sociales por parte del Gobierno de Cambiemos no es novedad. Con la administración de personas o máquinas que opinan a favor de Mauricio Macri de manera organizada para generar tendencias, el oficialismo inauguró y llevó hasta el paroxismo la manipulación de las opiniones en esta área. La Noticia 1 revisó situaciones para ver cómo operan hasta en mínimos detalles.
Las cuentas falsas o fantasmas en Twitter, que replican un discurso para generar la idea de que la opinión pública tiene una tendencia favorable al Gobierno, abundan y son fácilmente visibles. De hecho, ha habido estudios que han cristalizado estas operaciones.
El relato macrista se ha sustentado, entre otras cosas, en la tarea de los trolls, que dan la sensación de muchos que opinan de manera similar. Y a pesar de que en ocasiones suele ser muy evidentemente, se insiste en este práctica, lo que revela que alguna eficacia aún debe tener en determinado sector de la población.
En Facebook también existen los trolls, y se encargan básicamente de lo mismo que en Twitter, pero al cambiar la plataforma muta la manera de operar.
Una de estas formas, según constató La Noticia 1, se ve reflejado en los comentarios de foristas de notas de medios de comunicación. Cuentas con nombres falsos son los encargados de respaldar al Gobierno y criticar a la oposición, principalmente al kirchnerismo.
Otra forma se ve en las páginas de Facebook de los propios medios. Aquí se vislumbra la microfísica del troll, ya que sólo consiste de manera mecánica en poner “me gusta” a comentarios que van de la mano con el discurso oficial o apoyan al macrismo. No se trata de respaldar publicaciones de funcionarios o de "buenas noticias", no se trata de ponerle "me gusta" a Mauricio Macri, sino de ir incluso más a lo fino, buscando dar vigor a comentarios (que suelen ser muchos) de personas desconocidas (tal vez también con cuentas falsas) debajo de los propios posteos.
La constatación es simple. Basta encontrar un mensaje de respaldo absoluto, y allí estallan los “me gusta” a ese comentario, siempre pretendiendo generar la idea de que muchas personas (de carne y hueso) opinan a favor de Cambiemos. Allí simplemente se ingresa a los perfiles de las personas a quienes les gusta ese mensaje y se descubre que se trata de cuentas fantasmas, hasta con nombres escritos en otros idiomas, incluso con otra grafía.
Esto también refleja que las cuentas falsas no están manejadas por humanos ocultos en otra identidad. Porque de ser así, para hacer más verosímil la trama, utilizarían nombres comunes. ¿Cuántos argentinos se llaman Manish Mehwal o N Islam u Otmane Salim o Hashmat Omer o Am Saeed Sìchone o Burock Mbachu o Ziá Añwarzai o Ocheyan White Ope Upright o Syed Nouman Shah o escriben en cirílico? Pero suponiendo que esas personas existan, sean reales y sean argentinas, ¿cuántas posibilidades hay de que todas sean macristas, lean la misma nota del mismo diario en Facebook, y les guste el mismo comentario de otro forista macrista? La estadística es lapidaria al respecto.
Definitivamente son robots, gestionados por algún programador para este tipo de tareas. Hasta en eso el Gobierno pretende generar control para mostrar una popularidad que cada día dilapida merced de la pobre gestión política, económica y social.
La pregunta final es, más allá de lo ético, por supuesto: ¿cuánto nos cuesta a los argentinos, en el marco de esta feroz crisis económica, mantener este ejército de trolls?