Monotributistas, factura electrónica y el error de creer que todo laburante tiene acceso a las tecnologías
Desde el 1 de febrero pasado, los monotributistas de la categoría C, que facturan entre 23.000 y 35.000 pesos al mes, promedio, están obligados a entregar factura electrónica por la venta de bienes o servicios, según resolución de la Administración Nacional de Ingresos Públicos (AFIP). ¿Un hecho productivo o que margina y condena a la ilegalidad?
La demanda de AFIP busca, en teoría, evitar la evasión y a establecer si los contribuyentes están bien categorizados, ya que el organismo podrá conocer su facturación al instante de ser emitida, datos que podrán ser cruzados con los consumos de tarjeta de crédito y débito, que en caso de no coincidir obligarán a una fiscalización para que sean justificados.
A su vez, desde el 1 de marzo y el 1 de abril, además, deberán sumarse a esta obligatoriedad dispuesta por el Estado los monotributistas de las categorías más bajas, A y B, cuyas facturaciones son de entre 11.500 y 17.000 pesos para la más baja y de entre 17.265 y 23.000 la siguiente.
El macrismo tiende a pensar que todo ciudadano tiene acceso a las tecnologías y conocimientos de las mismas. Es propio de un error de clase, cuyo microclima impide ver que su realidad no es la de todos.
Sucede que no todo el mundo conoce cómo ingresar a determinadas aplicaciones y servicios webs, y tampoco cuentan con dinero para pagarle a un tercero el servicio.
La aplicación de la factura electrónica implica que mucha gente se quede afuera del sistema porque no puede aprender ni puede pagar para que se lo hagan. Para aquellos que llegan con lo justo a fin de mes -en un contexto de brutal crisis económica- es, sin duda, un inconveniente más.
"Te obligan a delinquir", dijo a La Noticia 1 un viejo cuentapropista que todavía tiene dificultades para llenar las facturas a mano.
Buscando evitar la evasión, tal vez generen un nuevo problema.