Pantalla Pinamar 2014 Jornada 1
BLANCANIEVES de Pablo Berger, BENUR, UN GLADIADOR EN ALQUILER de Massimo Andrei y NUOVO CINEMA PARADISO de Guiseppe Tornatore. Crónica por Iván Steinhardt.
- Por Iván Steinhardt -
Cualquiera que ve mi color de piel diría que soy pariente de algún albino, imagen que no está muy lejos de concretarse si sigo con esta fiebre de ver películas que de a ratos (a veces demasiado largos) interrumpen la vida de actor. Se juntan dos pasiones al mismo tiempo pero ¿Cómo rechazar la posibilidad de acercarme (les) las sensaciones que se viven en un festival como éste? El 10° Festival Pantalla Pinamar 2014 está en marcha.
Para aquellos que no conocen Pinamar (ya es hora, porque es muy linda), la ciudad balnearia se presenta como un marco geográfico bellísimo que de repente se ve "invadido" por una centena de periodistas y gente del showbiz. Una barahúnda provocada por gente que luego de cuatro horas de siesta o de charlas jugosas de cine, política o de la calidad de los sanguchitos de miga, baja del micro como marabunta para registrarse e iniciar el trabajo. Visto de lejos, esta versión multiplicada de Los Campanelli rompe con el sonido paciente de las olas para luego ir bajando los decibeles una vez que cada uno está ubicado. Daría la sensación que el mar se ríe de todo esto. Luego me doy cuenta. El mar se ríe de mí porque me olvidé la malla. Parece a propósito viejo, en 2012 lo mismo. Hay una negación de diván con el agua y el sol.
La efectividad de Martín Eichelbaum y Eloisa Ibarrola para la organización da un poco de envidia. Ambos solucionan lo más complicado en segundos. Uno piensa, cuanto mejor estaría en casa si la tuviera así de ordenada. Cargado de folletos, brochures e instructivos parto hacia el Apart Hotel Green See en Av. Bunge y Shaw. Un lujo el lugar. Realmente. Si no fuera que las horas se irán viendo películas me mudaría. Hablando de eso… son las 14:20 del sábado. Las proyecciones ya comenzaron más allá de la inminente inauguración oficial a la tardecita. Es hora de sentarse a planificar. Como hacía cuando viajaba de San Pedro a Buenos Aires y encajaba tres películas de un cine al otro en la devaluada peatonal Lavalle. La cifra asusta. Caben 27 películas en 5 días. Y sí… para eso vinimos.
Dos cafés mas tarde tengo la agenda armada. Me siento Keanu Reeves en Matrix mirándola. Él veía todo clarísimo mientras para los espectadores eran todas letritas y símbolos verde flúo subiendo y bajando en vertical. Hay tiempo antes de la presentación. Uno puede no tener ni la menor idea de cómo llegar a un hotel o a tal o cual restaurante en Pinamar pero es imposible, literalmente imposible no encontrar el cine Oasis. Banners y banderines dispuestos en toda la ciudad funcionan como las migas de Hansel y Gretel que marcan el camino al mejor lugar del mundo: una sala cinematográfica.
BLANCANIEVES de Pablo Berger, premiada en todo el mundo, es una propuesta bella e imaginativa en blanco y negro, además de sentido homenaje al cine mudo para contar el clásico de los hermanos Grimm pero en el marco de una España de los años 20. Allí, un valiente y famoso torero queda hemipléjico ante el ataque de uno de ellos ante la horrorizada mirada de su esposa quien pierde la vida al dar a luz a su hija. La niña queda a cargo de una improvisada madrastra quien impide la relación con el padre puesto casi en claustro dentro de la lujosa mansión en la cual viven. El resto es conocido. Banda de sonido acorde con la idea y una dirección de fotografía mágica. Imperdible.
BENUR, UN GLADIADOR EN ALQUILER de Massimo Andrei. Más televisiva que cinematográfica en su lenguaje narrativo, Benur es una pintura cómica sobre la crisis económica en Italia que afecta en particular a la clase media. Sergio es un ex doble de riesgo que se gana la vida con changas como pintar paredes o disfrazarse de legionario romano para obtener propina de los turistas que se sacan una foto con él en la puerta del coliseo. Entra un inmigrante ilegal bielorruso, como para que el director pueda mostrar que se puede estar a aún peor. Actuaciones con registro grotesco para un retrato cotidiano tan liviano como gracioso.
NUOVO CINEMA PARADISO de Guiseppe Tornatore. Nigún sueño podia ser hecho tan real como poder ver por primera vez en Argentina, la proyección de la versión completa del clásico de 1988. 51 minutos más de esta emoción hecha cine en la cual podemos ver desarrollada la historia de amor que Totó tuvo cuando adolescente y que sólo se insinuaba en el corte estrenado en su momento. Emoción de principio a fin en la película que junto con La invención de Hugo Cabret, de Martín Scorsese representan la mejor expresión del amor y devoción que se puede tener por el cine.
Hay advertencia de buen cine para la segunda jornada. Dos clásicos incluida La Patagonia rebelde, un documental sobre Giuliano Gemma (o una merienda según lo dictado por el estómago), la ganadora de muchos premios Goya este año y otra italiana para el cierre. Permiso, voy al oftalmólogo por las dudas.