Respuesta a la nota de Federico Andahazi: “El kirchnerismo quiere meter miedo”
El escritor Federico Andahazi leyó una columna en el programa Le doy mi palabra de Alfredo Leuco, columna que luego publicó Infobae bajo el título: “El kirchnerismo quiere meter miedo”. Aquí el análisis de ese texto, rebosante de significantes vacíos, acusaciones con escaso o nulo fundamento y entelequias varias, todo revuelto en el más reaccionario sentido común y en gritos desesperados por imponer una tesis que, en realidad, lo único que busca es legitimar las acciones todas del Gobierno de Mauricio Macri.
Opinión por Emmanuel Rossi
Periodista de La Noticia 1
El origen y fundamento de buena parte de la nota de Andahazi surge de interpretaciones que no son sólo forzadas, sino que casi no tienen lógica entre sí en el correlato del devenir del texto. Sólo se trata de una mancomunión de acusaciones múltiples y variopintas, infundadas o no, que a pesar de la inconexión apelan al sentido común más básico. La idea central, como se viene viendo desde hace tiempo, es mostrar al kirchnerismo como una pesadilla y, con ese propósito, todo sirve para tratar de fundar la tesis.
El autor parte de una frase de la ex Presidenta, no sin sacarla de contexto, y de allí todo va hacia el lado que prefiere. “Hay que tenerle miedo a Dios… y un poquito a mí”, dijo Cristina, y para Andahazi es suficiente para hablar del terror que en teoría quiere generar el kirchnerismo, dejando de lado que esa frase iba dirigida más en broma que otra cosa a referentes del equipo de asesores de la ex mandataria. Pero eso no importa. La frase sirve para dar el puntapié inicial. No conforme con ello, el autor redobla la apuesta rápidamente, y asevera que Cristina tiene personas que hablan por ella, y en ese marco puede ya decir cualquier cosa. En este sentido, toma, en primer lugar, a Hebe de Bonafini: “’Brindamos para que Macri nos tenga miedo, me encanta que nos tenga miedo’, dijo Cristina por la boca de Bonafini”, aseveró el escritor.
Y no conforme con esa entelequia doble, el autor de El Anatomista canta quiero vale 4 enseguida, y va aún más allá en su objetivo al sostener: “No terminó de pronunciar las palabras mágicas y ahí estaban sus muchachos queriendo meter miedo en un acto en un barrio de Mar del Plata. Nada es casual”. Listo. Cerró su tesis, para los convencidos oficialistas plausible, para el resto no tanto, máxime si consideramos que partió de una frase sacada de contexto de hace años para terminar culpando a Cristina Kirchner de lo sucedido en Mar del Plata días atrás. Más adelante, Andahazi es más explícito aún: “La Cámpora apedreó el auto de Macri”, afirma. No le importa que el episodio haya sido desmentido por el propio jefe de la Policía Bonaerense, puesto en funciones por María Eugenia Vidal, Comisario Pablo Bressi, quien aseguró que no existió tal ataque a piedrazos. Sucede que en el relato de Andahazi la verdad no es necesaria. Para él hubo piedrazos y fue el kirchnerismo y fue por orden directa de Cristina Kirchner a través de los voceros que él mismo designa como tales. Nada es casual, para él.
Aquí sólo hay una intención, y una búsqueda de argumentos para tratar de apuntalar esa intención por más débiles y tendenciosos que sean. Seguramente la caída en las encuestas del Presidente también debe ser culpa de la “pesada herencia”...
Y cuando uno pensaba que no se podía caer más bajo, el autor luego llega a colocar hasta a Fernando Esteche como portavoz de la ex Jefa de Estado. Es decir, todo lo que de ahora en más diga el líder de Quebracho en realidad lo dice Cristina Fernández y por ende todo el kirchnerismo y esto sucede simplemente porque así lo piensa Andahazi. Es como si alguien, igual de malintencionado, asegura que Macri tiene inclinaciones nazis porque un funcionario suyo, Pedro Robledo, llevó a una agrupación neonazi a Casa Rosada. Este juego frugal y perverso puede multiplicarse hasta el infinito. Y el sentido común y las bravuconadas pueden sostenerlo, pero un analista serio, no.
Lo que sí no es casual en este tipo de observaciones que, lisa y llanamente, está en sintonía con lo que vienen, con enorme ayuda mediática, vociferando sectores del macrismo desde el 10 de diciembre de 2015, es que tiene como finalidad última culpar de todo, absolutamente de todo, al kirchnerismo, y de este modo tratar de justificar medidas antipopulares y torpezas de gestión de la actual administración.
Continuemos con la columna, que va a seguir en su derrotero tan sinuoso como caprichoso. Ahora, el autor, no conforme con achacarle a Guillermo Moreno la representación actual de la Triple A, engrosa su sentido común al acusarlo de fascista por pelearse con un panelista en TV. Otra vez el cliché y la irresponsabilidad: Todos son fascistas. Nada más lejos de mi intención está el defender a Moreno o al kirchnerismo. Lo que me interesa es vislumbrar cómo se toman ejemplos para hacer una teoría, una especie de teoría inductiva sofística, donde se va de lo particular a lo general pero desde ejemplos particulares tomados por conveniencia, ergo, la conclusión es la que uno quiere. En retórica puede funcionar a veces, no en la sociología ni en la teoría política. En síntesis: lo que hace Andahazi, y gran parte del macrismo, lo puede hacer cualquiera con cualquier cosa a la que desee atacar.
El relato del escritor prosigue su curso, repitiendo slogans, buscando, quizás, que a falta de argumentos la reiteración se convierta mágicamente en verdad.
Por otro lado, no merece ningún parágrafo, por más mínimo que fuere, el insólito y ridículo (algo que sucede siempre cuando se quiere ser gracioso sin éxito) intento de paralelismo que esgrime Andahazi y que se detalla a continuación: "Son chavistas, sí, pero de la rama del Chavo del 8. Guillermo Moreno, en el llano, se parece menos a ese Moreno que intimidaba empresarios con un arma sobre el escritorio y, con sus bigotitos, nos recuerda más al Moreno mexicano, Mario Moreno 'Cantinflas' en sus comedias más desopilantes. Aníbal Fernández mete tanto miedo como el personaje de Calabró, el de 'Mingo y Aníbal contra los fantasmas'".
En este jolgorio seudoanalítico, además, no podían faltar obviamente López y Báez, y la mención de los bolsos y los fajos de dólares a pesar de que nada tienen que ver con la tesis inicial del texto. Este menjunje sirve para tratar de generar eficacia en la tarea por presentar al kirchnerismo como lo peor que le pasó a la nación argentina, y de paso, y ésta es la intención primigenia de Andahazi, legitimar toda acción que provenga de Cambiemos. No importa si hay hilo conductor en su desarrollo o argumentos sobre lo que se quiere decir: se grita todo, todo junto, porque así es más fácil y supuestamente más eficaz. Tampoco importa la veracidad de las aseveraciones. Importa el grito: ¡malo, malo malo. Convencete!
Es al menos llamativo que Andahazi no haga el más mínimo reparo en analizar, aunque sea en algún punto, la gestión Macri: no habla del descontrol inflacionario, no habla de la caída del salario real de los trabajadores, no habla de los tarifazos, no habla del crecimiento en los niveles de pobreza, no habla de las promesas de campaña incumplidas como la de eliminar el impuesto a las ganancias, entre muchas otras cuestiones que al menos deberían llamar la atención de tan avezado columnista. Y claro, si no hace mención a estas cuestiones, no puede tampoco referirse a la repercusión social que generan estas políticas. Porque, en realidad, para el columnista, todo cuestionamiento al macrismo proviene del FpV, y el FpV para él es la causa de todos los males. De este modo, licúa todo malestar en el conjunto social, deslegitimándolo.
El problema de fondo no son las acusaciones, ni las comparaciones, ni el análisis vago y caprichoso de Andahazi, sino la lógica que subyace en sus intenciones y que puede trasladarse a toda la esfera macrista: detrás de esta postura lo que se esconde es la inoperancia, la insensibilidad social, el brutal ajuste, las mentirosas promesas, los slogans vacíos que se repiten a falta de contenidos, la transferencia de recursos y una única misión: distraer culpando de todo al Gobierno anterior. El problema, y esto el macrismo lo sabe bien, es que ya esa excusa está comenzando a llegar a su fin y tarde o temprano, por más que Andahazi se esfuerce, todos advertirán que el rey está desnudo por propia voluntad.