El platense que demandó a un "telo" por "ruidos molestos" y le ganó: La pesadilla de convivir con los gemidos ajenos
El bonaerense Jorge Ruiz estuvo soportando más de diez años los sonidos de las habitaciones del hotel alojamiento. Además, el uso del lavadero es constante dado que cambian las sábanas tras cada turno. El damnificado asegura que tenían lavarropas y centrifugadores industriales sin ningún tipo de acustización.
Jorge Ruiz es un vecino de La Plata que tuvo que soportar por años los ruidos molestos que provenían de un “telo” lindero a su propiedad. Agotado, con problemas para conciliar el sueño, con dificultades para establecer vínculos en su casa por el “show” del establecimiento hotelero y con problemas psicológicos derivados de este martirio, decidió iniciar una demanda civil.
“Muchos me decían que por qué no me mudaba. Que por qué no me iba a vivir a un lugar más tranquilo y dejaba de vivir en este lugar para no sufrir más, pero yo no quería resignarme e irme, tenía el lugar para vivir cómodo”, relató Jorge al medio Infobae.
Según cuenta este bonaerense, los sobrinos no podían visitarlo, los amigos fueron testigos de su padecimiento y la intimidad de su hogar era un trastorno.
“El hotel rodea a nuestros departamentos por un costado y por el otro. La hijita de una vecina más de una vez le dijo a la mamá que estaba segura de que estaban golpeando a una mujer por los gritos que escuchaba”, describe Ruiz
El hombre decidió hacerle un juicio civil por “ruidos molestos” y en la demanda aseguró que le habían causado daños y perjuicios. Se había mudado en el 2008 a la propiedad y el padecimiento fue constante e ininterrumpido. Tras 5 años de litigio, en el 2019 logró la victoria jurídica.
Aunque se presupone que los “ruidos molestos” provenían de diversos actos sexuales, Ruiz cuenta un detalle no menor de estos establecimientos:
“Este tipo de lugares cambian las sábanas cada vez que entra una pareja nueva. Hay turnos que duran dos o tres horas, así que el uso del lavadero es constante. Lavarropas y centrifugadores industriales en una habitación sin ningún tipo de acustización y moviéndose sobre la loza. Eso era absolutamente invivible, no se podía vivir con ese ruido sonando absolutamente todo el día y toda la noche; era un infierno”, explica Jorge.
En el juicio también se tuvo que referir a los ruidos que llegaban desde las habitaciones del hotel:
“También hablé de los ruidos provenientes de las habitaciones, claro. Son los ruidos que puede imaginarse cualquiera en el contexto de una relación sexual, hay gente que hace más ruidos y gente más silenciosa. A eso hay que sumarle tacos a cualquier hora y las máquinas para limpiar que se usaban inmediatamente después de cada turno. La aspiradora chocando contra los muebles y contra la pared”, recuerda.
Además, tuvo que probar el daños psicológico y físico que padecía. En ese sentido, su abogado Ezequiel Grasso, contó:
“Era difícil probar el daño psicológico y físico que sufría el denunciante ante la Justicia. Con la pericia de un ingeniero que trabajó con un decibelímetro se pudo probar la intensidad de los ruidos en el lavadero y eso fue una prueba contundente”
Finalmente, la justicia le dio la razón y le otorgó una indemnización de 700 mil pesos (unos 24 mil dólares al blue de ese momento) y además obligó al alojamiento a mudar el lavadero y con eso consiguió algo de alivio en su vida cotidiana.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión