“Es por AK”: Axel Kicillof se consolida como el gran ganador y proyecta liderazgo nacional
Pese a las presiones internas y los continuos ataques de Milei, el Gobernador no perdió la paciencia y sostuvo sus decisiones. La de desdoblar fue la que le cobraron más caro desde La Cámpora. Además, demostró que con gestión y constancia se puede construir un camino. Axel Kicillof es el gran ganador de las legislativas 2025 y el peronismo tiene que reacomodar el tablero de cara al 2027.
El gobernador jugó su propia estrategia, desdobló las elecciones pese a la presión interna y logró una victoria clave. En la puja con La Cámpora, Axel Kicillof empieza a marcar un rumbo con proyección presidencial. En política, pocas veces una consigna sintetiza tanto como lo hace “Es por AK”. Las iniciales de su nombre se convirtieron en una arenga de campaña y hoy reflejan un dato imposible de disimular: en las elecciones legislativas bonaerenses, el gobernador se posicionó como el gran ganador, no solo en su territorio sino en el tablero nacional.
El resultado tiene varias capas de lectura. La más obvia es que, después de veinte años, el peronismo volvió a ganar una elección intermedia en la provincia de Buenos Aires. Pero la dimensión política va más allá: Kicillof apostó todo al desdoblamiento electoral, una jugada de alto riesgo que podía sepultarlo si perdía, pero que lo terminó proyectando como el dirigente opositor más sólido frente al gobierno de Javier Milei.
En paralelo, dentro del peronismo se jugaba otro partido: el mismo que tuvo como ring a la Legislatura bonaerense se trasladó a la campaña desde el momento en que el Gobernador contradijo por decreto la voluntad de Cristina Kirchner y decidió desdoblar. Desde La Cámpora señalaron, en on y en off, que la idea era desacertada. Y es que la decisión de despegarse de Nación fue la estrategia con la que Kicillof desafió dos frentes abiertos a la vez. En una misma jugada, el Gobernador le dio visibilidad a la gestión provincial —la presentó como escudo frente a Milei— y potenció su propia figura.

Los grandes medios de comunicación comenzaron a desconcertarse ese mismo domingo 7, cuando las primeras mesas empezaban a confirmar la victoria aplastante de Fuerza Patria. “Nos tenemos que poner de acuerdo en cómo le decimos… Kicillof, Kicillof”, se cuestionó Cristina Pérez en el vivo de LN+, haciendo referencia a la cacofonía del apellido. Más tarde, en A24, un cronista en el búnker del peronismo en La Plata ya hablaba abiertamente del “axelismo”, una referencia que sólo se escucha en los medios provinciales.
Cabe destacar, aunque merece un capítulo aparte, que los medios porteños se mostraron desorientados al cubrir una campaña electoral que, si bien se jugaba con proyección nacional, por primera vez centraba la atención en la Legislatura bonaerense y en los municipios. “Sigan a los medios provinciales” es, de hecho, uno de los latiguillos habituales del Gobernador.

La provincia como escudo contra Milei
El dato central es político: Kicillof fue el dirigente que, desde la provincia más grande del país, resolvió poner la gestión bonaerense en el centro de la disputa. Esa decisión no fue menor: la provincia concentra un tercio del padrón nacional y transforma cualquier victoria bonaerense en un mensaje de peso para la política nacional.
Mientras Milei exhibe ajuste, recorte y conflictividad social, Kicillof mostró obra pública, cercanía territorial y un discurso de protección del Estado. Esa comparación operó en la cabeza de muchos votantes: racionalidad frente a furia, gestión frente a motosierra. Sin necesidad de gritar o caer en la confrontación hipermediática, el gobernador instaló una contracara efectiva que capitalizó en las urnas.
La jugada del desdoblamiento permitió además que la campaña se centrara en la provincia, en la agenda local y en resultados concretos. Eso le dio un piso operativo al peronismo bonaerense que, por primera vez en 20 años, volvió a ganar una elección intermedia.

La apuesta del desdoblamiento (teoría y riesgo calculado)
Kicillof eligió una apuesta arriesgada pero coherente con su lógica política. Tomando en cuenta las principales tácticas en teoría de juegos, su movimiento puede leerse como una estrategia dominante: optar por el desdoblamiento ofrecía el mejor resultado posible para su proyección provincial en casi todos los escenarios, aunque implicara un costo político interno.
Esa lectura teórica no es un tecnicismo académico: explica por qué, aun bajo presión y críticas, el gobernador mantuvo la decisión. La jugada estaba pensada para maximizar el valor electoral de la gestión bonaerense y para evitar que la campaña nacional —marcada por la polarización con Milei— absorbiera la disputa en territorio provincial.

El día después: tensiones con Cristina y el reacomodamiento del peronismo
Luego de que el Gobernador empezara a adquirir vuelo propio, con la conformación de su propio espacio —Movimiento Derecho al Futuro (MDF)— comenzaron a aparecer consignas, slogans e imágenes que empujaron la idea de Axel candidato. Así nació “Es por AK”, jugando con el doble sentido de las iniciales. Con el resultado ya en la calle, la jugada de Kicillof lo colocó en un lugar de autonomía que empezó a incomodar a otros liderazgos.
El resultado abrió una nueva interna. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que había cuestionado el desdoblamiento, debió reconocer la victoria, pero la postal de Kicillof en el escenario montado en la calle fue la imagen de una autonomía creciente. Hubo gestos, audios y comentarios que dejaron claro que la tensión persiste: algunos en su entorno celebraron internamente el acierto estratégico, otros lo cuestionaron públicamente.
Sergio Massa, por su parte, busca sostener su peso específico en el tablero. La postal del domingo dejó claro que, al menos en términos de volumen político, el eje de la oposición se corrió hacia La Plata. Ese corrimiento obliga a un reacomodamiento: alianzas, nombres y estrategias deberán ser discutidos en los meses que vienen.

Boron bon bon y nuevas canciones: un liderazgo en construcción
Mientras en San José 1111, Cristina festejaba en el balcón con la multitud que se acercó desde temprano, en La Plata otra multitud con banderas de Argentina gritaba “Boron bon bon boron bon bon, es para Axel la conducción” cuando el Gobernador salió al escenario. Antes de su discurso se reprodujo el audio de CFK dirigido a la gente, en el que mencionó a “Axel” y agradeció a otros nombres como el de Sergio Massa. Más tarde, en su discurso, Kicillof reclamó por “Cristina injustamente condenada, que debería estar acá en el escenario”.

El festejo de los resultados se vivió como la campaña: en conjunto pero no en unidad. No tardaron en circular comentarios sobre la diferencia de percepciones entre el acto de la expresidenta y la reacción masiva en La Plata. El lunes, en una entrevista con María O’Donnell, Kicillof contó que él le pidió un audio a Cristina para reproducirlo en el escenario —un detalle que dejó en claro quién manejó la convocatoria— y, a la vez, mostró la complejidad del vínculo: reconocimiento protocolar sin fusión política absoluta.
A diferencia de otros sectores del peronismo, su figura no está asociada a causas judiciales ni acusaciones de corrupción. Esa ausencia de escándalos se volvió una bandera implícita, poderosa, que lo diferencia ante un electorado cada vez menos tolerante con las “zonas grises”. Su perfil austero y sin estridencias, la vida personal pública y sencilla, y la recorrida territorial cotidiana (selfies, vecinos, actos) conforman un capital simbólico que pesa.

Este capital, junto con el apoyo territorial que supo consolidar, lo posiciona como un posible conductor del espacio peronista, aún sin declarar una candidatura. En las filas y en la militancia ya circula la idea: Kicillof aparece como quien “la vio” y supo leer la coyuntura con audacia. La consigna “Es por AK” dejó de ser un recurso de campaña para convertirse en mandato colectivo dentro de sectores del peronismo.
En un contexto donde el gobierno nacional pierde respaldo y la oposición busca referentes claros, el gobernador bonaerense consiguió algo difícil: construir volumen político propio. Diferenciarse de Milei y, a la vez, comenzar a ordenar al peronismo son logros que le dan proyección hacia 2027. La pregunta que queda en el aire no es si quiere liderar, sino si alguien podrá disputarle ese lugar.
El resultado bonaerense abre un nuevo capítulo en la política argentina. Para el peronismo, el futuro inmediato parece resumirse en una frase: es por AK.
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