Luján: Abuelo y nieto murieron presuntamente por asfixia en un container para vigilancia
Las víctimas tenían 61 y 14 años. Prendieron un brasero dentro del container cerrado y sospechan que murieron por el monóxido. Los cuerpos fueron hallados en el interior del lugar, que hacía las veces de vigilancia de un predio que había intentado ser usurpado, por un compañero que llegó a relevarlos.
Un hombre y su nieto fueron encontrados sin vida en el interior de un container acondicionado como módulo de vigilancia de un predio del barrio Ameghino, partido de Luján. El hecho fue descubierto cuando un compañero de trabajo del hombre mayor fue a relevarlo.
Una de las víctimas se llamaba Eulogio Gómez, tenía 61 años mientras que su nieto apenas 14, y eran de Moreno. El abuelo trabajaba como vigilador para la firma Capsec, contratada por el empresario Juan Chediack para custodiar un predio que hace un año intentó ser ocupado por vecinos de la zona.
Según publicó El Civismo, el contenedor devenido en casilla está instalado en Del Pilar y Libertad. Livio Hidalgo, el compañero de trabajo de Gómez, fue quien se encontró con la tragedia.
Todo indica que murieron por inhalación de monóxido de carbono que desprendió durante la fría madrugada un brasero improvisado en un tanque oxidado de 200 litros que fue hallado en el interior de la casilla.
Gómez hacía tan solo cuatro guardias que estaba trabajando en este lugar. Solía traer a su nieto para que le haga compañía y jugara en el extenso predio. El cuerpo del hombre estaba en el piso recostado sobre una frazada pegado al brasero. El menor falleció sentado en una silla.
La casilla era calefaccionada con una estufa eléctrica, pero al parecer no sería suficiente ante el intenso frío. Hallados los cuerpos, se dio aviso a la Policía. Luego, llegó Bomberos y pasado el mediodía los peritos de Científica para hacer su trabajo.
"Ha puesto eso -dice Livio y señala el tambor de 200 litros- se han quedado dormidos y no se despertaron más. Cuando vine no pude abrir la puerta y me pareció rato. Él se iba a las 7.30 y yo llego a las 8. Dejamos la llave en un lugar donde nosotros sabemos, pero (ayer) llegué y no encontré la llave, miré y vi que estaba cerrado de adentro con el candado. Miro y veo que estaba su mochila, el casco y los celulares”, contó Hidalgo.
“Empecé a golpear y llamarlo: ¡Eulogio, Eulogio! Pero nada. Entonces, llamé a mi supervisor mientras lo llamaba (a Eulogio) por teléfono que sonaba, pero no contestaba. Cuando vino mi jefe, cortaron la cadena con una sierra, abrimos y estaban los cuerpos. Nadie se espera eso”, agregó Livio.
Desde su punto de vista, Eulogio cometió una imprudencia en dejar el brasero en un espacio cerrado que apenas tiene una pequeña salida ventilación. “Lo peor que hizo fue dejar eso ahí. Lo podés poner un ratito y sacarlo cuando caliente. Además, hay estufa eléctrica”.
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