Mes de la memoria: En Luján inauguran un mural dedicado a las 8 mujeres detenidas desaparecidas
La obra forma parte del programa "Ellas no estaban pintadas". Te dejamos el testimonio de los padres de una de ellas donde recuerdan el momento de la detención de su hija.
El mural forma parte del programa “Ellas no estaban pintadas” que consiste en la elaboración de murales que valoricen a mujeres y diversidades destacadas por su aporte en la historia de los municipios bonaerenses.
En este caso, el mural está dedicado a Mónica María Candelaria Mignone, Graciela Ester Erramuspe, Irma Noemí Tardivo, Hilda Zulma Vergara, María Torres, Rosa María Cano, Georgina Simerman y Raquel Menna.
La inauguración será este jueves desde las 10.00 en el Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo. Además, a las 11.00 habrá un performance por la memoria y las 11:30 se llevará a cabo un taller de serigrafía con imágenes referentes al mural.
Testimonios sobre una de las desaparecidas:
Los padres de Mónica María Candelaria Mignone relataron:
“El viernes 14 de mayo de 1976, a las cinco de la mañana, un grupo de hombres vestidos de civil y fuertemente armados entró en el departamento de la familia Mignone, ubicado en la avenida Santa Fe 2949, piso tercero A, en pleno centro de Buenos Aires. Dijeron pertenecer al Ejército Argentino y se llevaron a Mónica, según ellos por dos o tres horas, para hacerle algunas preguntas y sugiriendo que le diéramos dinero para el regreso. Desde entonces nada hemos sabido de ella”.
“La principal preocupación de Mónica estaba centrada en la labor de promoción humana en los ámbitos religiosos, sociales, educativos y laborales, que desde hacía varios años llevaba adelante en un sector –Belén– de la villa de emergencia del Bajo Flores, donde residían miles de familias en condiciones precarias. Durante las vacaciones se trasladaba a la Patagonia para una tarea semejante en poblaciones aisladas, hogares escuela y poblaciones indígenas. Mónica amaba las villas y el sur del país y se identificaba con las alegrías, los dolores y los problemas de sus habitantes. Mónica vivía para los demás, en una permanente y generosa actitud de servicio, olvidándose de sí misma. Esta era su característica fundamental. Lo hacía con alegría, entusiasmo, esperanza y profundidad, divirtiéndose con los jóvenes y sembrando el bien a su alrededor”.
Mónica tenía 24 años cuando fue detenida. Ya había terminado los estudios de Psicopedagogía en la Universidad del Salvador; se desempeñaba como docente en la Universidad Nacional de Luján y era concurrente en el servicio de Psicopedagogía del Hospital Piñero de la Municipalidad de Buenos Aires.
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