Prejuicios: Ni el Rugby es asesino ni todos los pibes son chorros
El asesinato de Fernando Báez Sosa perpetrado por un grupo de rugbiers desató una ola de indignación popular. El hashtag #RugbiersAsesinos fue tendencia y los prejuicios hacia el mundo de ese deporte e incluso hacia las clases sociales que los representan (medias-altas) pueden producir el efecto de estigmatizar a quienes son inocentes. Ese mismo razonamiento puede ser aplicado a los chicos de los sectores populares dado que del total de los delitos solo un 3% es cometido por menores de 16 pero ante cada hecho son puestos en primer plano como los culpables de algo, que en realidad, no los representa.
Por Ramiro Pablo Gómez
El tremendo asesinato de Fernando Báez Sosa cometido por un grupo de jóvenes rugbiers a la salida de un boliche en Villa Gesell desató ríos de tintas en los medios y cierto juicio o prejuicio hacia el mundo que se dedica a ese deporte por parte de la opinión publica ciudadana. La asociación entre rugby y violencia no es muy distinta a la del binomio “pibes y chorros” vinculado al sector social más postergado.
No todo rugbier es violento y no todo pibe, es chorro
El hashtag #RugbiersAsesinos fue tendencia en twitter y generó un mar de condenas y juicios por parte de internautas ciudadanos hacia estos chicos que cometieron un crimen. El hecho está en fase investigativa y se busca determinar las responsabilidades de los 10 jóvenes involucrados y de acuerdo a ello, las penas. Hasta aquí, la condena social puede ser entendible.
Eso no implica que el juicio caiga sobre el mundo del rugby o incluso sobre la clase alta o media alta más vinculada a ese deporte. Al respecto, el Ministro de Seguridad provincial, Sergio Berni, expresó "No creo que haya que echarle la culpa al deporte sino a los que lo practican de manera irresponsable".
Esto no implica que se deje de reflexionar y se piense en casos que han tenido los mismos patrones, aunque no hubiese que lamentar una vida humana, como una forma de buscar soluciones. A saber:
El año pasado, jugadores del club Gimnasia y Esgrima de Rosario golpearon a tres jóvenes en un boliche local para luego causarle lesiones graves a patovicas del boliche llamado “Wallas”. En octubre de 2018, un chico de 17 años debió ser internado con un coágulo de sangre en la cabeza provocada por una hemorragia intracraneal que le produjo el ataque de un grupo de jugadores de rugby en Monte Hermoso.
En octubre del 2019 un grupo de rugbiers vinculados a San Isidro Club golpearon a una persona en una fiesta de consagración. En 2016 cuatro rugbiers de “Los Cedros”, atacaron a un policía que acabó con fractura en el maxilar y un diente roto.
Esta cronología de hechos lamentables no supone un pre juicio sobre el mundo del rugby en su totalidad y menos sobre la clase media o alta en su conjunto. La Unión Argentina de Rugby tiene más de 70 mil jugadores registrados. Es decir, que por más que se produzcan hechos puntuales como los detallados no alcanzan para condenar al mundo de ese deporte. El mismo razonamiento es válido para los llamados “pibes choros”.
¿Cuántos menores delinquen?
Según estadísticas de UNICEF el 3,8% de los menores en conflicto con la ley tiene menos de 16. Es decir, que del mundo del delito un porcentaje infimo es cometido por ese rango etario. Sin embargo, cuando un menor delinque es noticia nacional y condena popular hacia todos los niños de sectores bajos.
Ante cada hecho, la idea de bajar la edad de imputabilidad crece como flores en la primavera sin reparar, quizás por ignorancia, que los hechos de inseguridad corresponden a otro grupo social.
Lo que también sucede, a partir de esos pre juicios, es la mirada condenatoria y estigmatizante ante cada pibe menor de edad con ciertas características que lo ubican en un conjunto potencialmente delictivo para las consciencias de sectores de la sociedad. No son justos los prejuicios tampoco en este caso.
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