Crisis en La Suipachense: la histórica láctea de Suipacha trabaja a la mitad tras denuncias de violencia gremial
La empresa denunció amenazas y la toma de la planta por parte del sindicato Atilra. El conflicto frenó la producción y genera incertidumbre en tamberos, proveedores y vecinos de la zona.
La histórica láctea La Suipachense, ubicada en Suipacha, atraviesa una de las crisis más graves de su historia. La empresa, que desde 2012 pertenece al grupo venezolano Maralac, denunció que dirigentes del gremio Atilra protagonizaron hechos de violencia dentro de la planta: amenazas a directivos y sus familias, retención de gerentes y hasta la toma de la administración durante varios días, según reveló el periodista Esteban Fuentes en Clarín.
El conflicto comenzó tras atrasos en el pago de los sueldos de julio, explicados por la compañía como consecuencia del “estrés financiero” del sector lácteo. Desde la firma señalaron que ya cancelaron la mayor parte de la deuda, aunque todavía resta abonar entre un 10% y un 15% de los haberes. “No fue algo generalizado ni permanente. Y la reacción fue parar la compañía, lo cual desde nuestra visión fue irracional porque solo genera más problemas”, remarcaron a ese medio.

A fines de julio, la tensión escaló. Según denunciaron, hubo amenazas personales contra directivos y sus familias, además de episodios que describen como “secuestro dentro de la planta”, donde gerentes fueron retenidos bajo presión. El propio intendente de Suipacha, Juan Luis Mancini, intervino para intentar descomprimir la situación.
El impacto ya se siente en la producción. Con 143 trabajadores y un fuerte peso en el mercado de leche fluida, La Suipachense redujo su actividad a la mitad: pasó de procesar 4 millones de litros por mes a apenas 2 millones. “Los costos siguen siendo los mismos y el daño se multiplica, porque además se genera incertidumbre entre tamberos, proveedores y clientes”, explicaron desde la compañía.

Para intentar retomar el control, fue designado Pascual Bensadón como nuevo director general. Sin embargo, desde la empresa aseguran que el clima hostil persiste. “La compañía no está acéfala, seguimos a cargo, aunque bajo constante presión gremial”, remarcaron.
Más allá del conflicto laboral, lo que preocupa a la firma es el efecto en la localidad. “Este negocio se sostiene en la previsibilidad, y cuando eso se rompe es lógico que aparezca la preocupación en toda la cadena. Esperamos que se entienda la gravedad de lo sucedido porque va más allá de lo laboral: es una cuestión de respeto y de seguridad”, concluyeron.
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