"El Sarmiento está al límite": el 'Pollo' Sobrero alerta por la situación de la línea tras el descarrilamiento del tren
El sindicalista ferroviario advierte que el sistema "está jugando a la ruleta rusa". Habla del descarrilamiento en Liniers, del desfinanciamiento y del riesgo para miles de bonaerenses que viajan todos los días.
El Sarmiento es una línea clave para los trabajadores del conurbano oeste, que se mueven a diario entre Moreno, Merlo, Morón, Ituzaingó y la Ciudad de Buenos Aires.
El descarrilamiento del Tren Sarmiento ocurrido el martes 11 de noviembre cerca de la estación Liniers volvió a encender las alarmas sobre la seguridad ferroviaria en el conurbano. La formación que iba desde Moreno hacia Once se descalzó alrededor de las 15.50, a unos 100 metros del paso a nivel de Timoteo Gordillo y Rivadavia. Hubo 19 heridos, nueve de ellos trasladados a hospitales porteños, y el servicio quedó interrumpido durante horas.
Con el antecedente fresco y el malestar de miles de usuarios del oeste bonaerense, hablamos con Rubén “Pollo” Sobrero, secretario general de la Unión Ferroviaria – Seccional Oeste, dirigente de Izquierda Socialista y una de las voces más críticas del sistema.
—¿Cómo está hoy la situación del tren Sarmiento después del descarrilamiento?
—Está al límite. Mientras no se entienda que la inversión en el ferrocarril no es un gasto, vamos a seguir igual. Estuvimos un año sin que se pusiera un peso en el sistema. Los trenes chinos tienen todos los kilometrajes vencidos desde hace un año. Así no se puede trabajar: es un sorteo. Y acá no se transportan galletitas; se transporta gente.

—¿La privatización puede ser una salida?
—Ya vivimos eso. No funcionó nunca. Tuvimos más accidentes en diez años de gestión privada que en cien años de estatal. El ferrocarril tiene que ser una política de Estado y tener continuidad, no maquillaje cada vez que pasa algo grave.
—Desde LANOTICIA1.COM solemos ver incidentes también en el interior bonaerense. ¿Esto se va a agravar?
—Obvio. No se puede jugar con la seguridad. Te doy un ejemplo: el año pasado se registraron 435 descarrilos solo en trenes de carga. ¿Sabés quién paga eso? Nación Seguros. O sea: vos, yo, todos nosotros. Los privados hacen negocio y cuando rompen la vía, no invierten un peso.
—¿Influye el presupuesto en el deterioro del sistema?
—Obvio. El presupuesto operativo del ferrocarril se redujo a menos de la mitad. Con eso no mantenés trenes, no cambiás cables, no hacés reparación de vías. Si no tenés repuestos, la formación sale igual, pero sale mal. Cada 20 años hay que cambiar los trenes. Sin embargo, acá los trenes se cambiaron cuando hubo una masacre, porque si no, no había ningún cambio. Tenemos otras líneas, como el San Martín o el Belgrano Norte, que son muy viejos los coches. Son de la prehistoria y van a seguir siendo de la prehistoria porque no tienen ningún interés en invertir un peso.
—¿El estado de las vías también es un factor?
—Sí. Hay miles de durmientes podridos. Si no los cambiás, la vía cede y el riesgo de descarrilamiento aumenta. Esto no es una discusión política: es física básica.
—¿El Gobierno los convocó tras este incidente?
—No. Yo hablo con los presidentes de la empresa, pero están limitados por la Secretaría de Transporte. Si no les bajan la plata, no pueden hacer nada. Y el ferrocarril podría autofinanciarse si se recuperara el sistema de carga. Incluso la gente podría viajar gratis. Pero la carga está en manos de multinacionales cerealistas.

—¿Hay riesgo de otra tragedia como la de Once?
—En el Sarmiento es difícil porque hay mucho control del cuerpo de delegados: si el tren no funciona, no sale. Pero pueden pasar cosas como la de Liniers: tecnología nueva mezclada con cables viejos. En las otras líneas están igual o peor.
—También mencionaste un problema en el capital humano.
—Claro. El 30% del personal se fue por salarios bajo la línea de pobreza. Y no hay obras. No podés trabajar así. Cambiaron tres presidentes en dos años. Todo es político. El ferrocarril es un botín de guerra: traen militantes, amigos, gente que pegó carteles. Así no anda ninguna empresa.
—¿Es gente idónea la que está gestionando?
—Desde la privatización que no tenemos un presidente ferroviario. Ninguno sabe de vías o de trenes. Cuando empiezan a entender algo, los cambian. Y así estamos.
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