Funcionarios que no funcionan que deberán buscarse otro laburo: ¿Se vienen cambios en el Gabinete de Alberto Fernández?
Nuevamente Cristina Fernández de Kirchner volvió a mostrar su poder. Y nuevamente arremetió contra el gabinete del Presidente que, asimismo, arrastra una crítica al propio Ejecutivo. A su vez, son varios los ministros y secretarios que han demostrado no estar a la altura de la circunstancias. En este marco, la renovación en varias áreas es algo más que previsible.
Por Federico de Marco
El poco más de un año de administración Fernández demuestran que Alberto y Cristina no son lo mismo, y la titular del Senado -a veces de manera implícita y otras de manera brutal- lo hace notar.
Si bien la ex Presidenta no quiere minar a su propio Jefe de Estado, con un pequeño gesto, una mínima palabra o un pequeño fragmento de discurso, marca la cancha a menudo, haciendo valer su figura y su cantidad de votos propio.
En este sentido, su sentencia a ministros y legisladores días atrás en La Plata traerá consecuencias. Porque no es sólo un pensamiento individual de la Vicepresidenta. Una gran porción de los votantes del oficialismo considera que muchos funcionarios no funcionan y que, además, no lo están dando todo.
En este contexto, Alberto Fernández deberá tomar rápidamente decisiones drásticas, tratando de nivelar entre Sergio Massa y Cristina Kirchner.
Y más allá de este equilibrio, están las gestiones de los funcionarios, que actúan de manera poco coordinada entre sí, pero Santiago Cafiero, Jefe de Gabinete, aparece en principio, como uno de los intocables (por su cercanía con el Presidente más que por su gestión).
A su vez, ¿cuáles han sido los logros de Frederic, Moroni, Gómez Alcorta, Cabandié, Losardo, Kulfas y Solá, entre otros?
Asimismo, Cristina reclama abroquelarse contra determinados sectores y, además de la ineficacia de varios ("funcionarios que no funcionan"), la ex mandataria siente que muchos buscan hacer su propio camino ("Los ministros que tengan miedo o no se animan que vayan a buscar otro laburo").
Alberto Fernández no tiene demasiado margen de acción, y lo más lógico sería comenzar de cero, con un gabinete compacto, coordinado (donde, por ejemplo, el Ministro de Economía no tenga que estar contando las últimas monedas y haciendo malabares mientras otros sólo pueden hacer política despilfarrando el dinero hacia dudosas causas), con un sentido unívoco acerca de dónde quiere ir la administración y, por sobre todo, leal. Le espera una ardua tarea.
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