La historia del gaucho bonaerense que sanaba con agua fría
Se trata de Francisco "Pancho" Sierra, un curandero oriundo de Salto que curaba con agua fresca del aljibe de su casa. Un monumento en el cementerio local lo recuerda y recibe la visita de cientos de personas. Aquí su historia.
Por Ramiro Pablo Gómez
Es el monumento al curandero Francisco “Pancho” Sierra ubicado en Salto, provincia de Buenos Aires. A 190 km de la Capital Federal, miles de personas lo veneran en cada visita o vienen a rendirle ofrendas por milagros.
¿Quién es “Pancho Sierra?
Francisco Sierra nació el 21 de abril de 1831 en la estancia San Francisco en Salto. Comenzó a estudiar Medicina en la Capital Federal hasta que abandonó la carrera, según dicen, por una desilusión sentimental. Se aísló en una estancia en Pergamino donde comenzaró un camino de reflexión y abstracción para iniciar su etapa como curandero cuando se instala, de manera definitiva, en la estancia “El Porvenir”, en Carabelas, ubicada en el municipio de Rojas.
De cabellera larga y gran barba, bombacha de campo y botas de cuero de dedicó a curar a los demás. Se convirtió en el protector de los desvalidos, curando con agua fresca del aljibe de su casa. Tal es así que le decían “el médico del agua fría” que junto al magnetismo de su voz curaba de manera gratuita a quien lo requiriera.
A la estancia llegaban 15 o veinte carruajes por día. Todos querían tomar su agua o llevarse un poco para curar sus males. “El singular culto a Pancho Sierra, que en ciertos casos se vio inevitablemente invadido por una folclórica maraña comercial que ofrecía estampas y hasta tierra de su estancia a precios módicos, continuó a través del tiempo”, dijo Victor Sueiro, periodista y escritor.
Murió a los 60 años, el 4 de diciembre de 1891. En cada fecha conmemoratoria el cementerio de Salto, donde se emplaza su monumento, recibe a cientos de personas. También hay adeptos que aun invocan su memoria en situaciones difíciles.
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