“Que manden a verificar si realmente existe o no existe el comedor”, el reclamo de la fundadora de "Los chicos de la Vía"
“Acá existe y se le da de comer a la gente, que vengan”, dice Marcela García a LANOTICIA1.COM, sobre las planillas del ministerio de Capital Humano. Asiste a 90 familias tres veces por semana en el espacio ubicado en Lomas de Zamora. A pesar que ya no llega la ayuda de Nación, aclara que sabe cómo repartir "para que ninguno se quede sin comida".
Por Gabriela Edith Lorenzo
Todos los lunes, miércoles y viernes, Marcela García, junto a su hija y algunos vecinos del barrio, preparan una olla comunitaria con comida que reparten entre las familias que viven en Ingeniero Budge en un barrio que se levantó detrás de la Unidad 58 y la Alcaidía 2 de Lomas de Zamora. El comedor Los Chicos de la Vía recibe asistencia del Gobierno Nacional a través del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), aunque hace tiempo ya que dejó de llegar el bolsón semanal de secos y frescos.

Marcela empezó este proyecto en una toma que se hizo cerca del Riachuelo, pero luego fueron relocalizados en lo que hoy es el barrio 17 de octubre, en el que aguardan se finalicen las unidades habitacionales que les fueron prometidas, mientras tanto, las familias viven en casas precarias y calles de tierra en las que el vacío del Estado se llena con la solidaridad de “los que tienen poco dándole a los que tienen menos”, dice Marcela en diálogo con LANOTICIA1.COM.
¿En dónde está ubicado el barrio?
“Nosotros estaríamos atrás de esas unidades (penitenciarias), o sea, era un lugar donde antes era un desarmadero de coches, y bueno, acá se pasó a la gente. Primeramente el comedor lo teníamos del otro lado, estábamos entre las vías del ferrocarril y atrás teníamos el zanjón. Entonces se hizo una relocalización, y bueno, nos trajeron a este lugar en donde el municipio hizo casitas precarias de chapa de 4x4 para cada familia. Después se fue agregando un poquito más, les hicieron los baños.

"Y ahora lo que hay enfrente donde estamos nosotros, son las viviendas que están preparadas para la gente, pero bueno, ya en octubre se paró la obra y en diciembre se iba a volver a arrancar, dependiendo de que no le falta mucho, viste, pero bueno, por el momento como no hay plata o no sé qué faltaba, una firma, no sé lo que falta. O sea, que las viviendas están totalmente paradas, ese es el tema”.

¿Y cuándo empezaste con el comedor?
“Arranqué sola, yo laburaba en una cooperativa que se llama Jóvenes en Progreso, o sea, tiraba una carreta, cartoneaba”, cuenta y explica que en la toma que hicieron junto al Riachuelo “vi que estaban armando sus casitas y en ese tiempo vivía mi prima y le dije: 'Che, qué bueno para poner un comedor acá”. Así empezó el proyecto antes de la pandemia, aunque como no recuerda bien la fecha, se aleja del teléfono y pregunta: “Dai ¿Cuándo fue que empezamos?... en el 2018 o 2019”, repite y continúa, lo que sí recuerda es que fue un fin de año porque celebraron la Navidad.

“Primero, eran poquitas personas, entonces arranqué cocinando con tres, cuatro paquetes de fideos. Después se fue sumando, ahora son 96 familias. Por ahí no vienen las 96 a buscar, pero sí la mayoría”, explica Marcela sin perder de vista que ya pasó el mediodía y es hora de repartir la comida en los táperes: “Ahora estoy haciendo un guisito. Entonces, tengo 30, 40 táperes a veces, pero cada táper implica que esa familia, o sea, que ese táper que se lleva es para 5, 6 personas. Tengo familias de 7 chicos, después de 3, de 2, más o menos, o sea, cuento los táperes más que nada. Pero casas son 98, son dos manzanitas nada más".
¿Cómo hacen para repartir en la misma cantidad de táperes con menos cantidad de comida?
“Yo más o menos ya hace 5 años que estoy con esto, ya sé hasta dónde hice la olla y hasta dónde me va a dar para darle para que ninguno se quede sin la comida. Yo empiezo a cargarlos y mediante eso veo, si tengo 40 táperes, no se los puedo dar llenos porque no me alcanza. Les pido que a las 11.00 traigan los los táperes y a la hora de cargarlos mido”, cuenta mientras las otras cinco mujeres y dos varones que cocinan con ella todas las semanas empiezan a descargar la olla con el guiso humeante.
“Hoy no había carne para hacer, o sea, no había nada. Entonces, bueno, juntamos con mi hija una moneda que tenía yo, porque también nosotros comemos acá, ya se cocina y ya, de paso, se come. Y hoy tuvimos que comprar menuditos, esa es la realidad. Porque no había otra cosa, porque la carne que tenía la usé ayer para hacer una lenteja. Y bueno, hoy dijimos, los táper te empiezan a caer igual”.
Cabe aclarar que la entrevista fue realizada en la semana del temporal que azotó gran parte del AMBA durante cuatro días consecutivos, era miércoles y Marcela había abierto las puertas del comedor el martes: “ayer abrimos con esto del agua, cómo iban a cocinar con el agua adentro de las casas, además la gente mojada necesitaba algo calentito” .

"Entonces compró 3 mil pesos de menuditos y se hizo un guisito. Pero bueno, por lo menos se van a llevar algo caliente. Mañana no se cocina porque no es día de comedor y porque tampoco ya tengo, ya está, tengo que guardar lo que tengo también, porque yo uso un paquete de fideos entero, o sea, un paquete que trae 15 fideos. Cada comida me requiere eso, porque es una olla grande. Entonces también es como que tengo que administrarme, porque ya veo que se está terminando eso también y no sé cuándo va a volver.
Entonces ¿la cantidad de gente que viene este año, no varía tanto en relación al año pasado?
“Yo tengo la misma cantidad de táperes, nada más que lo que se empezó a notar, ahora, cosa que antes no, es que por ejemplo, la mayoría cobran un Potenciar porque laburan. Entonces, antes, por ahí llegaba el 5 y no te venían tantos táperes , y entonces cuando venían el 9 ó el 10, yo les preguntaba qué pasó: ‘Nada, si tenía, Marce, lo dejaba para otro', me decían’”.
“Hoy es 5 y viene el táper lo mismo que viene el 29. Entonces, quizás antes el 5 decíamos, bueno, le hacemos otra comidita a los chicos y aunque sea ese día, ponele, se comían una milanesita de pollo, obvio, porque la carne no existe, pero bueno, se podía decir que este día se daban un lujo de darle otra comida, porque sino…" y se queda unos segundos en silencio antes de continuar.

“Yo antes hacía pizza, porque también cuando recibía lo fresco me llegaba una horma de queso. Y bueno, entonces aunque sea, dos veces, le podía hacer unas pizzas. O me traían la carne, y como yo tengo una picadora, que me la compré yo, picaba la carne y le hacíamos empanaditas. No era siempre, pero aunque sea una vez al mes uno le cambiaba, para los chicos más que nada. Ahora, lamentablemente, lo único que yo les puedo cocinar acá es guiso y fideo con tuco porque es lo que más te rinde.”
Me decías que cada tanto también brindan una merienda
“Antes la hacíamos siempre pero ahora no se puede, muy de vez en cuando la hago si me llega leche o a veces nos dan galletitas o alguna cosa, entonces ese día digo: ‘Bueno, hoy hago merienda’, pero ya la merienda se sacó, o sea, ya la gente acá sabe que no se da más; pero ya te digo, somos muy poquitos y son dos manzanas, vos imaginate que sale uno con un vaso o con la jarrita y ya sale: '¡Están dando la merienda!' así que ya vienen todos, entre ellos se avisan, pero eso lo hago muy de vez en cuando”.

“La vez pasada una chica me trajo un montón de budines y pan dulces que supongo yo que serían de Navidad, que los tendrían que haber entregado y no los entregaron porque vos fíjate que te estoy hablando del mes pasado, así que bueno, dije ese día: ‘Che, le hacemos una merienda’, así que le dimos budín, pan dulce, se hizo una chocolatada; cuando se rescata algo, digamos, se hace lo que es la merienda”.
El Gobierno Nacional habla de comedores fantasmas
Sí, el otro día nosotros también tuvimos una entrevista que vinieron de la revista Cítrica y yo le decía a ella, que no todos los comedores. Yo quiero decir que hace un tiempo que estábamos mal, no es que estábamos bien y que todo estaba bien, ahora porque asumió Milei estamos recontra mal. Pero por lo menos a nosotros antes nos llegaba esto. Ahora se recortó del todo”, explica y cuenta que hoy se sostienen de donaciones de colaboradores.
“Aparte te dice que es por si hay comedores fantasma. Seguramente que sí, yo no te voy a decir que no, seguramente que sí, pero es como que no nos metan a todos en la misma bolsa. Que manden a verificar, que manden a verificar si realmente existe o no existe el comedor. Porque si no es fácil decir, sí, che, todos los comedores son, ¡No! Acá existe, acá está y acá se le da de comer a la gente, que vengan ellos. Y agrega: “lo que tienen que hacer es venir. ¿Qué día cocinás vos? Lunes, miércoles y viernes, listo. Vos no me digas a mí: ‘Che, el miércoles yo voy a ir al comedor’. No, vos tenés que caer de sorpresa”.
“Si yo tengo todo para cocinar, porque ustedes me lo están dando, entonces vos tenés que caer y decir, bueno, a ver, hoy tiene que haber comedor, porque supuestamente es el día. Y es un control, ¿entendés?, que uno también como organización tiene. Que nosotros, o sea, lo hacemos. Y ellos tendrán que buscar la manera también. Entiendo de que hay muchísimos comedores y que obviamente, no sé si van a visitar uno por uno o cómo lo van a hacer, pero ¿por qué recortaron todo?”, se lamenta.
¿Les llegaron las planillas que envía el ministerio de Capital Humano para completar los registros?
“Igual eso como organización se hizo, o sea, como organización lo que hicieron es ellos entregar directamente, porque el comedor existe, entonces con toda la documentación como corresponde, eso se hizo ya", explica Marcela quien figura como encargada del comedor Los Chicos de la Vía en las planillas completadas por el MTE.
“Y mira, hubo un momento que la gente venía y te decía: ‘Che, ¿tengo que traer la fotocopia del DNI para anotarme?’, vino mucha gente nueva o a veces vienen algunos familiares que están viviendo en la casa y que dicen: ‘Che, te tengo que traer’. No, nunca me manejé de esta manera, o sea, el comedor recibe los táperes a las 11.00 de la mañana porque ya a las 12.00, mirá, ya va a estar la comida enseguidita”, cuenta Marce que mientras brinda la entrevista por teléfono no saca el ojo de la olla.

“Pero antes yo les sacaba una fotito, trataba, qué sé yo, de no mostrarles la cara, pero sacarle una foto, pero escúchame, también, ¿por qué tiene que ser así? ¿Por qué uno tiene que estar sacando una foto?”, pregunta en voz alta y continúa: “Pero yo a veces les explicaba, nosotros recibimos muchas donaciones, ahora últimamente se reciben muchas donaciones. Entonces, ¿Qué pasa? La persona que viene a traer la donación, la que viene acá, sí vio que acá se cocinó, que acá se le entregaron las cosas porque ya es un contacto directo que tengo con esas 3 ó 4 personas que a veces me ayudan, que ellos juntan a su vez, pero yo les digo, llévate las fotos, ¿sabes para qué?, para que esas personas que te donaron a vos vean que realmente llegó a donde tenía que llegar”.
"O sea, es una locura también pedirle a todas las familias, che, una fotocopia de DNI para que te den un plato de comida. No, no me parece, ¿entendés? Bueno, llegado su momento, capaz que lo vamos a tener que hacer, no sé, pero por el momento no me manejo de esa manera".
Hoy, ¿las donaciones son cruciales para sostener el comedor?
“Hasta ahora yo todavía no reduje ningún día, o sea, lunes, miércoles y viernes sigo cocinando; después tengo también un hombre, Sergio Lucero, que viene a hacer lentes acá al barrio que eso también es muy bueno. ¿Sabés la cantidad de de chicos que no veían o no ven bien? y unos lentes valen 70 ó 80 lucas, ¿Cómo compras un lente? es imposible y bueno, se hizo eso".
Él viene los domingos, dedica también un un domingo, o sea, ¿entendés? eso no no tiene precio, como yo le digo, porque labura toda la semana, encima viene el domingo les hace los anteojos y después a los quince días los trae y se entregan; ya se entregaron dos veces. Y agradecerle ahí también a Juan Barrientos, el fotógrafo que nos hizo la conexión con este hombre”.

Pero Sergio no sólo colabora donando su trabajo y recursos, además “el otro día me trajo dos bolsas de cebolla, tres bolsas de papa y una bolsa de zanahoria. Me dice: ‘Marce, quédate tranquila, que esto por lo menos yo, hasta te diría casi por un año, te lo voy a traer’. Y bueno, pero no es que es de una organización, que es del gobierno, no, o sea, es una persona que ayuda independientemente, nada más entender”. Lo mismo con Laura Vidal, colabora con el comedor desde el principio, es una compañera que busca recursos para el comedor todo el tiempo”.
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