Sergio Massa, la última carta del Frente de Todos
El tigrense fue investido como superministro y se hará cargo de un área que abarcará las carteras de Economía, Producción y Agricultura. Su llegada al Gobierno obedece a los problemas internos y externos que desde hace rato arrastra la gestión de Alberto Fernández, y es la última carta del Frente de Todos para enderezar el rumbo, revincularse con sus votantes y llegar con vida a 2023.
Por Federico de Marco
Se trató de una crónica de una asunción anunciada. Sergio Massa, quizás el dirigente oficialista menos esmerilado del momento, llega al Gabinete Nacional con varios objetivos, siendo el principal el de darle vida al espacio y tratar de arribar con posibilidades a los comicios del año venidero.
El propio Massa aquí se juega sus chances presidenciales: es a todo o nada.
En un contexto donde Alberto Fernández, por propia impericia e incapacidad, quedó totalmente desdibujado (con una imagen derruida), se pretende con el arribo del tigrense al Ministerio de Economía (Producción y Agricultura) presentar otra cara, otra lógica, otra forma de concebir el poder, dando por sentada la lectura autocrítica de la propia coalición acerca de su presente.
Incluso sectores otrora enemistados con Massa hoy le abren las puertas, como el cristinismo duro, más precisamente, La Cámpora. Es que -tal vez tarde- han comprendido que el Gobierno requiere de un golpe de timón urgente, y el titular de Diputados aparece aquí como la última carta, tanto por cualidades propias como por carencias de los otros.
No obstante, tiene un arduo trabajo por delante, porque los problemas del oficialismo no sólo son materiales. También son conceptuales. Por lo tanto, el trabajo en el futuro inmediato no sólo requiere de eficacia en la gestión y la resolución de problemas (que son muchos), sino de un ordenamiento político y práctico, empezando a colocar al caballo adelante del carro, generando un plan claro, comunicándolo y llevándolo a cabo, poniendo el foco en las grandes mayorías, que desde hace rato comenzaron a darle la espalda a este gobierno, básicamente porque fueron dejados de lado al impulso de una agenda que les era ajena y de unas lógicas de microclima que de a poco los fueron alejando más y más de sus propios representantes.
Para esto, Massa deberá ser más que un Ministro, y buscar, quizás, lo que tras la derrota de las PASO de 2021 no logró Cristina Fernández de Kirchner: torcer el rumbo conceptual del Gobierno (y el del albertismo por añadidura) para retornar a las bases que desembocaron en el triunfo de 2019, sacándose de encima el lastre de los mandatos de los aires de época y del correctismo asfixiante, y gestionando de manera eficiente con un modelo totalizante, amplio y con identidad cabal y propia.
¿Difícil? Casi imposible. ¿Le quedan al oficialismo otras chances? Ninguna.
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