Héroes de la cuarentena: Iba a vacunarlo pero como no tenía trabajo también le cortó el pelo y lo invitó a comer
Laura tiene 45 años y trabaja como enfermera en el sistema de salud municipal de Vicente López. Su gesto con un hombre en situación de calle conmovió a todo el barrio. En Florida la llaman "el ángel de la cuarentena": Cuando termina su turno sale ayudar a los adultos mayores de la zona que permanecen aislados y necesitan vacunas o que les hagan los mandados. "Me nace ser así y la gente me lo retribuye con cariño".
POR CHRISTIAN THOMSEN HALL
Con un emocionante aplauso que ya se hizo costumbre desde que se implementó la cuarentena obligatoria, miles de personas confluyen todas las noches para agradecer la valentía del personal de la salud en su admirada labor por la lucha contra el COVID-19. Muchos hablan de héroes anónimos que le ponen el pecho a la pandemia de coronavirus y arriesgan su propia vida para ayudar a los más desprotegidos. Sin embargo, en LaNoticia1.com decidimos comenzar a llamar a estos ídolos desconocidos con nombre y apellido.
Hoy presentamos a Laura Miño. Esta mujer de 45 años desde hace ya tiempo trabaja como enfermera en la Unidad de Atención Primaria "R. Marcelino" de Florida y en la Maternidad Santa Rosa de Florida Oeste. En el barrio la llaman "el ángel de la cuarentena" porque ayuda a los vecinos más vulnerables, que están imposibilitados de salir de sus hogares. Desde aplicar una vacuna, ayudando hacer los mandados, y hasta ofreciendo un plato de comida a quien lo necesita, Laura se ganó el cariño en la zona por brindarse al máximo en un momento muy delicado.
UN GESTO QUE CONMOVIÓ A TODO EL BARRIO
El hecho por el que Laura están en boca de todos por estas horas ocurrió algunos días atrás. Un hombre conocido en el barrio por frecuentar las calles de Florida se acercó a la salita situada en Lavalle 1583. Su aspecto desprolijo y su ropa sucia ahuyentó a los menores que estaban en la sala de espera. Fue ahí cuando esta enfermera decidió intervenir y conocer su historia. Primero le preguntó como era su nombre y de donde era. El sujeto le contó que se llamaba Marcelo, que pasaba todo el día en la calle porque no tenía trabajo y que quería vacunarse.
"Entró una persona con aspecto de linyera pidiendo para vacunarse. Debido a su estado, algunas personas que estaban en la sala de espera se asustaron y se alejaron de él y terminó quedando solito en un rincón. Al ver la situación me acerqué, le pregunté que necesitaba y le convidé unas galletitas, ahí comenzó a hablarme", relató Laura a este medio. Luego de aplicarle la dosis antigripal, la mujer le preguntó por qué no se cortaba el pelo, ya que su look asustaba a la gente. Marcelo, avergonzado, le contó que no tenía dinero para ir a la peluquería.
"Con qué voy a pagar, si no tengo trabajo", le confesó el hombre, quien recibió una respuesta inesperada. La enfermera lo invitó a que regrese por la tarde, en el horario de salida, porque ella misma lo iba a acompañar a la peluquería. "Así fue como lo llevé a una peluquería que está acá en Lavalle y luego, como me contó que no había comido nada en todo el día, también lo invité a comer. "A partir de ese día comenzó a pasar seguido para saludarme. Viene higienizado y mantiene su pelo corto porque dice que le gustó como le queda", comentó Laura con una sonrisa.
"EL ÁNGEL DE LA CUARENTENA"
Hace rato que el trabajo solidario "silencioso" de esta trabajadora de la salud viene haciendo "ruido" en las barriadas de Vicente López. Luego de conocer su historia por intermedio de vecinos, desde LaNoticia1.com fuimos a buscar a Laura a su trabajo y logramos conversar con ella. Con la calidez que la caracteriza, la enfermera nos brindó un afectuoso saludo: "Les convidaría un mate pero ahora no se puede". La mujer, encargada de abrir la UAP Marcelino, contó que vive en San Fernando, tiene 5 hijos, dos nietos y una madre postrada a quien debe cuidar e higienizar.
No son pocos los vecinos que destacan las bondades de esta enfermera en las redes sociales. Consultados por LaNoticia1.com, los habitantes del barrio aseguran que los gestos solidarios de Laura no son aislados. Por el contrario, la mujer mantiene una permanente actitud colaborativa ante los más necesitados en la cuarentena. Es así que la mujer dedica sus pocas horas libres al terminar su jornada laboral para vacunar a domicilio y hacerles las compras a algún que otro abuelo. "Cuando me involucro con alguien después me cuesta dejar de visitarlo", reconoce.
Aquellos que recibieron la ayuda de esta enfermera la llaman "el ángel de la cuarentena": "Nos la mandó Dios, sin ella no sé que haríamos", reconoce Pedro, un abuelo de Florida. En tanto, una vecina de Vicente López llamada Isabel, recordó cuando Laura, sin conocerla, la ayudó ante un desesperado pedido. "Mi marido estaba muy enfermo y necesitaba vacunarse pero por su estado no podía acercarse a la salita. Cuando supo de mi caso, ella se ofreció a venir a casa y le dio la vacuna. Cuando le quise dar una propina, se ofendió, no la aceptó y nos pidió que nos cuidáramos mucho".
DEDICACIÓN Y VOCACIÓN DE SERVICIO
Laura es la encargada de abrir la UAP Marcelino, que funciona de 8.00 a 16.00 en Lavalle 1583. hasta antes de la llegada del coronavirus a nuestro país, esperaba a sus compañeros de trabajo con el mate listo. Por estos días es la encargada de vacunas a cerca de 120 adultos mayores y personas con factores de riesgo que se acercan por día al establecimiento para darse la vacuna antigripal. "Ahora durante la cuarentena también vacuno a los abuelitos que tienen dificultades para salir de su casa y llegar hasta acá", remarcó.
En la Maternidad Santa Rosa ,que representa todo un símbolo neonatológico en el país, colabora los fines de semana y los feriados desde las 6.00 hasta las 20.00. Allí se desempeña en el área de enfermería, donde asiste a las pacientes internadas, entrega medicación y atiende al público en general. Gracias a su aparatología de última generación y su calidad humana y profesional, el remodelado centro de salud posibilita que el municipio de Vicente López registre el índice más bajo de mortalidad infantil en toda la Provincia de Buenos Aires.
En la institución nacen cerca de 240 bebés al mes de los cuales solo el 27% son de Vicente López. El restante 73% son de vecinos de otros municipios y otras provincias, que llegan hasta la Comuna porque no tienen cobertura médica ni obra social. "En la maternindad hemos atendido mujeres de Corrientes, Entre Ríos, y muchas otras provincias que vienen a Vicente López para tener al bebé. Lo más importante es la contención con las pacientes, ya que muchas de ellas llegan solas porque vienen de lugares muy humildes", explicó Laura.
La mujer celebra el sentido de salud totalmente amplio, universal y gratuito que se desarrolla en la Comuna y se siente feliz por la retribución de la gente. "Brindarle apoyo y contención a los pacientes no es un requisito excluyente, es una don natural que tenemos los trabajadores de la salud en Vicente López. "A mi particularmente me nace ser así con los pacientes y ellos te lo retribuyen. Es muy gratificante ver a la gente que vuelve para dejarme un caramelito o para saludarme. Es la satisfacción del deber cumplido", reflexionó.
EL SACRIFICIO EN TIEMPOS DE CUARENTENA
Laura vive en San Fernando y de lunes a viernes trabaja en la UAP Marcelino. Se levanta a las 6 de la mañana, se cambia, se prepara el almuerzo y camina 15 cuadras hasta la parada de colectivo para tomarse el 60 que la lleva a Vicente López. Los fines de semana y feriados colabora en la Maternidad Santa Rosa. Se levanta a las 4 de la mañana y patea las 15 cuadras hasta la parada para enganchar el primer colectivo que sale a las 5. Cuando llega a Panamericana, recorre otras 12 cuadras más hasta llegar a la clínica situada en Florida Oeste.
"En casa estoy al cuidado de mi mamá que es una señora mayor. Ella vive adelante y yo vivo en el fondo con mis hijos. Cuando llego a casa la baño, la cambio y le doy de comer", comenta la trabajadora que tiene cinco hijos: Uno de 28 años, uno de 25, dos mellizos de 20 y una chiquita de 10 a quien cría sola. "Cuando uno tiene amor el tiempo siempre alcanza. A la noche, cuando llego, ayudo a mi nena más chiquita hacer la tarea. Además de ser mamá soy abuela. Todos mis hijos me ayuadan a cocinar y hacer tortas para vender en el barrio", contó a LaNoticia1.com.
La enfermera, que llama a no perder los valores y el respeto por el prójimo, siempre mantuvo una actividad muy ligada a servir a la comunidad. Tiempo atrás, trabajó realizando diálisis a pacientes graves en las instalaciones de Diaverum en Tigre. Y también colaboró llevando a cabo test mamarios contra el cáncer junto a la Asociación de Pacientes Oncológicos del Hospital Bernardo Houssay (Apovilo). Pese a todas las exigencias y sus obligaciones, Laura no reniega de su realidad: "Estoy feliz por lo que me toca. Por algo Dios me puso acá".
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