Vicentin: Una aproximación a la historia de tres hermanos que de la nada armaron un imperio en un pueblo del norte de Santa Fe
La empresa agroexportadora se encuentra en medio de una pulseada política y cobró notoriedad en la opinión pública en las últimas horas a raíz de la intención del Gobierno Nacional de avanzar en su expropiación. Sin embargo, pocos conocen el origen y desarrollo de la firma, fundada en Avellaneda, una pequeña ciudad ubicada a poco más de 300 kilómetros de Santa Fe capital, y de la que pocos habían oído hablar hasta hace unos días.
A finales de la década del 20, los hermanos Máximo, Pedro y Roberto Vicentin, los tres de origen italiano, llegaron a Avellaneda, por aquel entonces un pequeño pueblo ubicado al norte de la provincia de Santa Fe.
En medio del crack económico mundial, pusieron en marcha un pequeño comercio de acopio y ramos generales, que de a poco fue creciendo para, en 1937, convertirse en una planta desmotadora de algodón, y en 1943 en una pequeña fábrica de aceite.
Vale destacar que por aquel entonces la soja era prácticamente desconocida por estas tierras.
Ya en 1966, la empresa toma dimensión industrial al incorporar en la molienda de semillas el proceso de extracción por solventes. Esto provocó que los niveles de producción se incrementaran rápidamente y que la compañía se insertara definitivamente en el sector agroindustrial argentino.
Actualmente, Vicentin cuenta con participación accionaria en 20 empresas tanto en Argentina como en Brasil, Uruguay, Paraguay y España. Si bien en los últimos años tuvo un pasar próspero, actualmente atraviesa una fuerte crisis financiera a raíz de deudas que alcanzan los $99.345 millones.
Retomando el recorrido histórico de la firma, en 1979 abrió su planta en Ricardone, para poco después comenzar a exportar lo manufacturado de aceites, harinas y pellets desde su propia Terminal de Embarque, ubicada en la ciudad de San Lorenzo, mismo sitio que en 1997, Vicentin fundó su tercera planta de molienda de soja.
En los últimos meses a raíz de la crisis económica de la firma, y en los días recientes, tras el anuncio del Presidente Alberto Fernández de avanzar en su expropiación, emergieron opiniones encontradas de personas allegadas a la compañía. Por un lado, desde hace tiempo, trabajadores se vienen manifestando contra la empresa por falta de pago, principalmente en Ricardo y San Lorenzo. Sin embargo, en Avellaneda, primero pueblo y luego ciudad (donde Vicentin debe impuestos municipales que representan el 30% de la recaudación), sienten como propia a la empresa, y difícilmente alguien hablé mal de la compañía, especialmente con respecto a los mayores de la familia.
La imagen de los antepasados de la firma encaja con el perfecto estereotipo del trabajador inmigrante italiano, que de nada, a fuerza de sudor, se generó un futuro más bienaventurado. No obstante, la segunda generación de la familia de vinculó a la política, e incluso el año pasado el CEO de la firma estuvo cerca de ser el candidato a Gobernador de Santa Fe por el PRO. Se trata de Gustavo Nardelli, actualmente imputado por la causa que investiga millonarios créditos del Banco Nación a la firma durante el Gobierno de Mauricio Macri.
Más allá de estas cuestiones, y como suele suceder en ciudades pequeñas en relación con una empresa histórica, en Avellaneda prácticamente no hay grieta con respecto a Vicentin. "No podemos permitir que nos roben la historia de Vicentin, es la historia de la Argentina próspera, del desarrollo, una empresa familiar, que hoy la conduce la tercera generación", dijo el Intendente de Avellaneda, Dionisio Scarpin, en el marco del abrazo simbólico a la fábrica en contra del proyecto de estatización.
Distinto es el panorama en San Lorenzo y Ricardone, donde la empresa llegó muchos años después de su fundación, ya con trayectoria, a instalar plantas (que no tiene el mismo de pertenencia que en el lugar donde se nació). Allí, por ejemplo, en febrero, los trabajadores se movilizaron para reclamar la reactivación de actividades luego de que la empresa se declarara en cesación de pagos tras detener todas sus actividades en diciembre.
"Esperamos que Vicentín resuelva sus problemas y que nos pague a nosotros. Que vuelva a poner la planta en marcha y que ponga en regla el tema del sueldo, del aguinaldo, los premios, las vacaciones, está muy difícil y se está complicando mucho. Hace 5 meses que estamos con 'guardia pasiva', lo que estamos cobrando es lo del año pasado sin ningún aumento", señalaban los trabajadores por aquel entonces, mientras el sindicato cargaba contra la empresa y alertaba que no iban a permitir el cierre de ambas plantas.
Actualmente, los trabajadores de todas las áreas de la compañía tienen una sola duda: ¿Quién les va a pagar lo que aún no cobraron de salario?
Unos 200 trabajadores de las plantas de San Lorenzo y Ricardone le expresaron al secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros (SOEA) la incertidumbre sobre quién completará el pago del sueldo de mayo, si la empresa o el Gobierno tras el anuncio de intervención y expropiación. A los empleados les resta recibir un 35 por ciento del salario completo que, según Pablo Reguera, titular del gremio, debe pagar la compañía porque corresponde a mayo.
En Avellaneda, se replicó la situación y la misma incertidumbre, que perdura por estos días...
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