Alberto Fernández y Cristina Kirchner: Dos legitimidades en juego y un proyecto político en disputa
Un presidente que llegó al poder por decisión de la vice, Cristina Kirchner, pone en tensión la dirección de un proyecto político que no mostró los resultados prometidos en el 2019. Alberto Fernández accedió al cargo por el voto popular y no puede considerarse un "ocupa" como lo definió la Diputada K, Fernanda Vallejos. La ex presidenta reclama su lugar en una alianza electoral que expuso sus diferencias tras la derrota de las PASO.
Por Ramiro Pablo Gómez
Las PASO dejaron en evidencia que el rumbo del gobierno fue desaprobado por la mayoría y, de esa manera, quedó expuesta la falta de gestión del gobierno encabezado por Fernández. Los audios de la Diputada Vallejos y la carta pública de la vice, Cristina Kirchner, no hacen más que correr el telón de la intimidad de una alianza electoral que discute sus resultados político económicos y saca “los trapitos al sol”.
Mientras los medios opositores al Frente de Todos hablan de “ruptura” entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los oficialistas se apoyan en la carta de la vicepresidenta y evitan adjetivar el momento de crisis interna.
Dos legitimidades
Lo cierto es que hay dos legitimidades en juego. Por un lado, la legitimidad presidencial de Alberto Fernández, quien es el responsable de tomar las decisiones que considere convenientes o correctas de acuerdo al mandato que le fue conferido por el voto popular. Ni "ocupa" ni "inquilino", como lo definió verborrágicamente, Fernanda Vallejos.
La otra legitimidad es la de la vice, Cristina Kirchner, quien literalmente puso de presidente a Fernández cuando ninguna encuestadora lo media ni tenía posibilidades de acceder al cargo de otra manera. En ese sentido, si los votos populares de la actual vice y el proyecto kirchnerista fueron claves para la llegada de Fernández, hay cierta legitimidad de consenso entre ese presidente y esa vice. Es decir, si al Presidente lo eligieron en parte por lo que representa el proyecto de Cristina Kirchner, esa idea de gobierno, tiene legitimidad para verse plasmada.
Según la carta pública de Cristina Kirchner las diferencias de visiones de gobierno no saltaron tras las PASO sino antes. Sobre la derrota electoral la carta de la vice dice: “No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación. La respuesta siempre fue que no era así, que estaba equivocada y que, de acuerdo a las encuestas, íbamos a ganar “muy bien” las elecciones. Mi respuesta, invariablemente, era “no leo encuestas… leo economía y política y trato de ver la realidad”.
Frente de ¿Todos?
La alianza política que gobierna desde 2019 está compuesta por el kirchnerismo, massismo, otros peronismos, movimientos sociales, sindicalismo, progresismo, etc. Si bien la diversidad de visiones parece un valor positivo, la gestión de esa diversidad puede ser un dolor de cabeza. Ese “Frente de Todos” no se ha visto traducido en competencias electorales primarias, por el contrario, se tomó la decisión política de no competir y presentar listas unificadas. De esa manera, las visiones que discuten al interior del Frente no fueron visibilizadas en las elecciones pasadas.
La intención fue mostrar quizas un Frente sólido y sin fisuras pero la caída electoral sacó los “trapitos al sol” y expuso lo qué ya sucedía pero hasta ahora no se dejaba ver con claridad.
El mensaje de las urnas y la reacción
Si el voto en contra expresó un desacuerdo con los resultados políticos económicos del Frente de Todos las peleas internas tienen que ver con la reacción o no ante esa derrota electoral “sin precedentes”.
Fernández todavía no realizó cambios en su gabinete y Cristina Kirchner propone que las modificaciones sean urgentes. También hay discusiones en torno a la ejecución del déficit fiscal previsto para este año en 4,5% del PBI. Mientras la vice pide que ese dinero se vuelque inmediatamente sobre la sociedad, el presidente sigue con el freno de mano y con la misma serenidad ante la toma de decisiones que los detenidos cambios ministeriales.
La modificaciones del gabinete o el cambio de rumbo de las politicas económicas son parte de esa tensión entre legitimidades de un presidente que está en un cargo al que solo podía acceder de la manera que llegó.
La carta de Cristina Kirchner cierra pidiendo "que (Alberto Fernández) honre la voluntad del pueblo argentino". De acuerdo a lo últimos resultados electoral, esa voluntad no fue honrada. Serán determinantes las próximas jornadas para ver qué rumbo toma el gobierno de Fernández - Fernández.
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