Día D: Nación y Provincia se aprestan a desactivar la rebelión policial aunque el costo ya es altísimo
La falta de previsión hizo que un reclamo salarial desembocase en un gran dolor de cabeza no sólo para Axel Kicillof sino también para Alberto Fernández. El Gobernador bonaerense adelantó para este jueves el anuncio de aumento de sueldo para la fuerza, pero los coletazos del conflicto continuarán.
Por Federico De Marco
El estallido policial trajo consigo variados inconvenientes para el oficialismo provincial y nacional. La falta de gestión y previsión hizo que una demanda por salarios generase una crisis mucho mayor. Asimismo, la ausencia de negociación y el anticipado anuncio de acordar con la fuerza produjo el descontento de otros sectores, principalmente el de los médicos, relegados en lo salarial en el marco de la pandemia por coronavirus.
Probablemente, el anuncio de Kicillof de este jueves calme un poco las aguas en la policía, pero quedarán nuevos problemas, como el que surgió a raíz de la quita de 30 mil millones de pesos de coparticipación a la Ciudad para que le sean restituido a Provincia con el objetivo de atender el reclamo de los uniformados.
En este sentido, el Jefe de Gobierno porteño brindará una conferencia este jueves para referirse al tema que caldeó los ánimos en la oposición desde donde dispararon contra Fernández por esta decisión, tildando la acción de "revanchismo político" para "tapar la ineficacia de la gestión".
Por otro lado, la policía corroboró que tiene poder de daño, y que su voz no puede ser acallada fácilmente. Asimismo, por el momento, la insubordinación no ha tenido costos, por lo que todo hace pensar que en cualquier momento pueden repetir la medida de fuerza, que es ilegal e ilegítima, sobre todo si enfocamos la parte en que rodearon con armas y patrulleros la Quinta Presidencial de Olivos, actitud que hasta el sector más conservador de la oposición tuvo que salir a repudiar.
El Frente de Todos, esmerilado por la emergencia sanitaria provocada por la pandemia, deberá, definitivamente, volcarse a la gestión, dejar de lado los discursos partidarios para los convencidos, no cometer más errores no forzados y consolidar su mayoría si quiere, verdaderamente, provocar cambios positivos en favor del conjunto de los argentinos. Ya no queda margen ni espalda en el oficialismo para construir para los propios ni para dirimir internas ideológicas, porque de seguir así puede pagarlo muy caro.
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