Pandemia en barrios populares: "Nos preocupa que el COVID-19 se convierta en una enfermedad de los pobres"
El dirigente del movimiento popular "La Dignidad" dialogó con LaNoticia1.com sobre cómo se vive el aislamiento en los barrios populares, la posibilidad de cambios estructurales en la vida de los sectores postergados, los "anticuarentena", la estigmatización y participación en la función pública de las organizaciones sociales. "Nos hemos ganado un lugar en la agenda social", afirmó Gazpio. En Villa Azul de Quilmes donaron 1600 litros de leche.
Por Ramiro Pablo Gómez
Los barrios populares viven momentos dramáticos por la suba de contagios al interior de sus territorios. Los movimientos sociales cumplen una tarea de articulación con las necesidades comunitarias en un contexto de pandemia. LaNoticia1.com dialogó con el dirigente del “Movimiento Popular la Dignidad”, José Gazpio.
La organización de la que forma parte, a través de su cooperativa “Buen Vivir”, donó 1600 litros de leche en Villa Azul de Quilmes donde se registraron más de 200 infectados de COVID-19. La iniciativa se realizó junto a COTAR, cooperativas de tamberos, en conjunto con la municipalidad que encabeza Mayra Mendoza.
- ¿Cómo se vive la pandemia en los barrios populares?
En los barrios populares siempre hay mucha solidaridad y eso se mantiene. Hay que entender que no veníamos de Disney. Argentina es un país con muchas complicaciones, con el 40% de su población bajo la línea de la pobreza y sumado a la pandemia que nos obliga a cuidarnos entre todos pero también a tener atención sobre los sectores que fueron tan golpeados durante el macrismo.
En Villa Azul se constituyó un foco, muchos casos juntos. Es necesario evitar la expansión del COVID a villa Itatí que está a unas cuadras de distancia. Villa Azul es un barrio relativamente pequeño pero en Itaití hay 15 mil familias. Nos preocupa que el COVID-19 se convierta en una enfermedad de los pobres.
- ¿Cómo se soporta el aislamiento en los barrios?
Es impresionante como se la están bancando los compañeros. Viven hacinados y en general las calles son las válvulas de escape para que el piberío juegue pero se respeta con mucho huevo y ovario. Hay una construcción comunitaria en los barrios.
- ¿Qué opinión te merecen las manifestaciones “anticuarentena”?
Los que salieron a protestar de los countries merecen todo nuestro repudio. Un sector que se moviliza desde sus privilegios de clase. Es un grupo minoritario con los mismos planteos egoístas y mezquinos de siempre.
- La necesidad de agua para evitar contagios pone en evidencia las desigualdades en las condiciones de vida de los sectores postergados, ¿Hay lugar para generar cambios estructurales o el contexto de pandemia no lo posibilita?
Entendemos la situación que estamos viviendo de paro general en la actividad económica y que la mayor inversión tiene que ir al sector sanitario para hacer frente a la pandemia pero creemos también que poner cloacas y agua potable es una intervención muy profunda en términos de salud pública. Muchos barrios donde la pandemia se generalizó es porque no había agua. Hace falta que empujemos las organizaciones desde abajo y haya voluntad política que entendemos que la hay.
- ¿Es real la participación de los movimientos sociales en la función pública o es solo discursiva?
Está sucediendo. Hemos logrados incorporar compañeros a la cámara de diputados, en diferentes ministerios, una intendenta. No deja de ser una relación contradictoria, no tanto porque no abonemos al mismo proyecto político sino que quizás tenemos miradas diferentes de donde hay que poner las prioridades.
Quizás el caso más palpable es el de la compra de alimentos. Para nosotros eso no puede pasar, y si pasa, hay que denunciarlo. Hacerse los boludos no va con nosotros porque esa comida va para los compañeros y a los barrios donde militamos. En su momento Juan Grabois y otro salieron a denunciarlo.
Desde la crisis del 2001 a esta parte la política ha perdido poder de representación real. Quizás con Cristina se volvió a construir pero más centrado en su imagen y no tanto en la representación organizativa del pueblo. Nosotros estamos convencidos que el camino es por ahí.
- ¿Por qué las organizaciones sociales son estigmatizadas desde algunos sectores sociales o medios de comunicación?
Nuestras tareas tienen que ver con lo urgente y a veces dejamos de lado tareas más propias de la comunicación sobre lo que hacemos. Lo cierto es que hacemos una infinidad de cosas. Hay que poder distinguir los sectores de la Argentina que son antipopulares donde no importa lo que hagamos, es un problema de orden ideológico, con los sectores medios urbanos que además forman parte de nuestra fila de militantes.
Argentina tiene la misma cantidad de trabajadores industriales de la década del 70 en términos absolutos. Entonces se fueron creando laburos de los más diversos como reciclaje, limpieza en los barrios populares, la construcción, la pequeña obra pública. Las promotoras de salud hoy están dando una pelea que nadie la ve pero es sumamente importante.
Nuestro trabajo parte de la necesidad concreta y objetiva de los barrios. En función de eso, nos organizamos para resolverla desde el cariño, el amor. Por eso nos hemos ganado un lugar en la agenda social. Para nosotros es una victoria hablar de la economía popular y no de “los planeros”.
- ¿En qué situación quedó el sistema de ferias populares bonaerenses con la expansión de la pandemia?
Los movimientos populares somos los que armamos el esquema de ferias de la economía social, solidaria y popular de la agricultura familiar en el marco de la entrega de las tarjetas Alimentar. En San Martín, donde milito, fue una de los primeros lugares que lo hicimos y muchos intendentes nos decían que era oportunista.
Tenemos que poner comida de buena calidad y barata a la salida de donde se retira la tarjeta porque si no esa plata se va otra vez a Coto, Wallmart o al chino del barrio. Este esquema se complicó con el coronavirus. Nos habían llamado de San Isidro y Avellaneda para las ferias pero por el aceleramiento de los casos se tuvo que suspender.
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